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Grandes Personajes

 

 

León Tolstoi

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Uno de los más grandes escritores de la literatura universal. Uno de los más genuinos exponentes
del pensamiento y sentimiento ruso. Autor de ese magnífico libro “La Guerra y la Paz”, y otras
innumerables novelas, él fue, nada más ni nada menos que: León Tolstoi.

 

 

 

  

Abrumados

 

Abrumados por el estado de cosas que guardan las naciones: guerras, estremecimientos, terremotos; violaciones, suicidios, homicidios; luchas armadas, manifestaciones y holocaustos; también es reconfortante saber que ante este odio y desprecio que invade cada vez más a la gente, hay lugares donde se desea la paz y la justicia.

 

Tal vez no sea un lugar común. No se trata de un territorio físico específico. Se trata, más bien, de un lugar muy apartado de nosotros, pero que podemos hacer nuestro con un poco de esfuerzo. Me refiero al alma del individuo, al corazón del ser humano que sólo en contadas ocasiones busca la tranquilidad de su alma y de su espíritu.

 

 

Un escritor, un pacifista

 

Los hechos cruentos de la guerra, el ver atrocidades que ningún otro hombre había visto, el sufrimiento vivido en su época de niño llevaron a León Tolstoi a tener un concepto muy diferente de lo que es el mundo. Si por un lado existen los buenos, por el otro existen los malos que, casi siempre son mayoría.

 

Tolstoi es considerado el escritor más genuino de toda Rusia, el mejor que ha descrito la tierra y sus lugares; ese que hablaba sobre sus hombres, sus costumbres, sus misterios. Ese hombre que viéndolo todo, pudo retratar a través de las líneas el sufrimiento y amargura de los hombres, mujeres y niños de su entrañable país.

 

 

Nacimiento y vida

 

León Tolstoi (Leo Nikolaievich Tolstoi) nace en el año de 1828 en Yasnaia Poliana (nombre que, traducido al español, significa «Cañada Clave»). Un niño al que no le faltara nada, pues se cuenta que poseía desde su infancia todos los bienes terrenales que otro infante pudiera desear.

 

Dotado desde su nacimiento con una memoria privilegiada, más objetiva que sentimental, el pequeño Leo va aprendiendo poco a poco las cosas de la vida. En primer lugar, queda huérfano a muy corta edad; a los dos años pierde a su madre; y, a los diez, tiene el infortunio de perder también a su padre.

 

 

Desfile de recuerdos

 

Por los ojos de Tolstoi desfilan innumerables recuerdos. Uno de tantos es el de su abuela paterna. También está en su memoria la imagen de un rápsoda analfabeto de quien aprende el arte espléndido de contar y de narrar. Y este rápsoda («rápsoda» era el nombre que daban los griegos a los que iban de pueblo en pueblo cantando trozos de los poemas de Homero) le enseño que la vida tiene muchas cosas y en ella reside también la felicidad.

 

 

Los otros recuerdos

 

Como si viviera en sueños, Tolstoi recordaba muchas cosas de su vida; entre ellas, una tía suya, y, sobre todo, un antiguo amor de su padre, Tatiana, prima lejana suya que atiende a los huérfanos como una madre abnegada. Mujer que les diera cariño, mujer que les diera ternura.

 

Y no solamente parientes, sino paisajes también. Estarían para él, cosas que resultaran muy importantes en su vida: esos árboles del parque, los animales del campo, los campesinos, la religiosidad de éstos, las estaciones del año, ese aroma respirado, esas fragancias y recuerdos... Muchas, muchas cosas, que él decía, no poder olvidar.

 

Nueva casa

 

La muerte de la abuela lleva a los niños a Kazán, tercera ciudad en importancia del Imperio, donde el joven León estudiaría algunos años sin prometer nada extraordinario. Eso sí, comienza a leer libros que no figuran en los programas escolares. Se interesa por la lectura y va tomando forma su pensamiento.

 

Tiempo después pasa a la Universidad de San Petersburgo donde cursa con gran éxito la carrera de Derecho. Sin embargo, el joven va también por otros rumbos y su vida tórnase desordenada. Para reponerse de ello, el futuro escritor se retira a su amada campiña, Yasnaia Poliana, que resultó una cura de salud para su espíritu.

 

 

Su inicio como escritor

 

Su hermano mayor, un teniente de artillería se lo había llevado al Cáucaso. Allí, en ese lugar, iniciaría su vida como escritor. Sus primeras obras escritas fueron simples recuerdos biográficos, entre ellas la trilogía Infancia, Adolescencia y Juventud, que datan de esa época (1852-1854).

 

Esta obra es concebida y redactada entre excursiones, combates, traslados súbitos y repentinos que sufren y padecen las guarniciones cuando se encuentran en estado de alarma o guerra, como en aquel tiempo les pasaba a los soldados de la región del Cáucaso. Eran los primeros esfuerzos de este joven escritor. Un joven talentoso que muestra su excelente instinto de observación.

 

Un nobel escritor en cuya segunda obra, Los cosacos, también de este tiempo, describe bellamente la naturaleza, las montañas, los montañeses; esos hombres de rudos modales y grosero lenguaje, pero todos de muy buen corazón. Corazón con el cual se identificaba plenamente el joven Tolstoi.

 

 

En Sebastopol

 

Al comenzar la guerra de Crimea, Tolstoi fue destinado a Sebastopol, por decisión propia. Con el grado de comandante asistió al terrible drama del sitio a dicha ciudad. Ahí, inmerso en un mundo totalmente diferente, Tolstoi pudo sacar claras y brillantes observaciones de aquello que veía. Impresiones que describiera en tres novelas: Sebastopol en diciembre de 1854, Sebastopol en mayo de 1855 y Sebastopol en agosto de 1855. Libros que muestran ya a todo un calificado escritor

 

Más tarde, habiendo escrito lo anterior, y una vez terminada la guerra, abandonó el servicio de las armas. Predominaban en él la afición a las letras y, el año de 1856 (que pasó en San Petersburgo), señala el inicio de sus actividades exclusivamente literarias. Tolstoi sería muy pronto conocido.

 

 

Sus primeros escritos

 

Sus primeros escritos, la aureola del valor que le rodeaba y la nobleza de su estirpe (León Tolstoi era conde), le abrieron las puertas de la alta sociedad. Todo esto le proporcionaría temas de estudio y observación, los cuales aparecen magníficamente reflejados en su obra cumbre: La Guerra y la Paz.

 

En 1857 viaja por Alemania, Francia y Suiza. Tolstoi vive... Hasta ese momento había disfrutado de todas las emociones que podía ofrecerle su condición social. Pero a nuestro personaje le gustaba la vida campestre, y en ella había gozado plenamente; la había conocido en tiempo de guerra, lo mismo que en tiempo de paz.

 

 

Un introspectivo retiro

 

Habiendo conocido los placeres de la vida, las grandes ciudades, los lujos, las aventuras, Leo (como le decían sus amigos cercanos) se retira a su ciudad natal decepcionado del mundo de oropel al que no pertenecía.

 

Y se retira para alejarse a su amada campiña, la cual siente más atractiva y protectora que todas esas seducciones mundanas que podía hallar en las ciudades. Tolstoi está cansado de la vida agitada de las ciudades y desea volver a su terruño querido.

 

Allí, en el campo, en esa tierra húmeda llena de vida y canto, Tolstoi permanece escribiendo sus novelas hasta que un nuevo viaje al extranjero modifica el curso de sus ideas y lo conduce a concentrar sus esfuerzos en la educación del pueblo. Es la época en que escribe y publica interesantes artículos de carácter pedagógico y se dedica a adoctrinar a sus congéneres.

 

 

Matrimonio

 

En 1862, a los 34 años, Tolstoi contrae matrimonio con Sonia Bears, hija de un médico amigo, a quien califica el escritor como una mujer sencilla y limpia. La pareja de casados es feliz y su vida se ve alegrada con la venida al mundo de numerosos hijos.

 

Mientras esto sucede, Tolstoi no deja de escribir y, durante los primeros doce años de su matrimonio, nuestro biografiado dedica sus esfuerzos y su enorme capacidad de trabajo a la producción de obras dignas de su genio entre las que destaca y sobresale La Guerra y la Paz.

 

 

Tolstoi: sus mejores obras

 

Escrita en seis volúmenes, de 1867 a 1869, la publicación de esta obra, La Guerra y la Paz, constituyó un éxito rotundo. Se trata de una de las mejores novelas que se hayan escrito y donde se describe en forma por demás excepcional un período tan importante de la historia rusa. Obra cuyos personajes, entre míticos y reales, enseñan un estilo único que solo Tolstoi pudo imprimirles.

 

Terminada esta obra, tal parece que el triunfo deja por un tiempo vacía la mente de León Tolstoi, ya que de 1860 a 1873 (¡trece años!), suspende su obra novelesca y, como para descansar, se dedica a componer y redactar una serie de cuentos de estilo sencillo y popular, donde se aprecia, también, gran parte de su genio.

 

No es sino hasta 1875 a 1876 en que escribe Ana Karenina, otra novela de gran valor de estilo profundo y verdaderamente impactante, que Tolstoi se deja ver. Poco después, llegado el escritor a la cumbre de la gloria, le sobreviene una fuerte crisis espiritual, que le hace renunciar a la literatura profana para en seguida interesarse por los Evangelios, los cuales traduce y comenta.

 

Finalmente, en 1900, publica otra gran novela, Resurrección, en la que Tolstoi describe dos mundos que no conoció: la cárcel y Siberia. Serían las últimas líneas de este brillante escritor que diera a través de sus obras un panorama de lo que vivió y percibió en aquella época tan devastadora y donde se ve y se comprueba que el sentimiento religioso aflora tarde o temprano.

 

 

Tolstoi: su muerte

 

Tolstoi muere en una triste, lúgubre y miserable estación de ferrocarril; la estación de Astápovo. Había huido de su casa en busca de Dios, en busca de sí mismo, en busca de la total existencia. Le acompañaba su hija Alejandra, su colaboradora más íntima.

 

Fallecería a las primeras luces del alba el 20 de noviembre de 1910. Ese día una vida había terminado y un gran escritor, León Nikolaievich Tolstoi, dejaba para la posteridad un gran recuerdo.

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 3 de diciembre de 1990.

 


 

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