Ven a mi mundo

 

Grandes Personajes

 

 

Margaret Thatcher

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Una de las mujeres más inteligentes de la época moderna. Estadista inglesa que devolviera el orgullo
de ser a los ingleses. Mujer de firme creencia y férrea decisión, entusiasta defensora de la paz y la
justicia. Una incansable luchadora de la democracia y la libertad. Una mujer de firmes convicciones,
llamada la «Dama de Hierro», y quien fuera la ex-primera ministro británica, la Sra. Margaret Thatcher.

 

 

 

  

De mujeres a mujeres

 

Hay de mujeres a mujeres (¡Y qué mujeres!). La hay burdas, las hay aristócratas, las hay pendencieras y las hay inteligentes. La historia está llena de casos que muestran que la mujer juega, ha jugado y sigue jugando un papel importantísimo en nuestras vidas.

 

En la política y en la economía; en la educación y la familia; en el campo artístico y cultural; en todo el plano social, la mujer desempeña un papel preponderante en la vida cotidiana, olvidando y traspasando con ello viejas costumbres. Hoy por hoy, la mujer moderna ocupa importantes y destacados puestos en los diferentes estratos y rincones de la vida diaria.

 

 

Su origen

 

Margaret Thatcher nació el 13 de octubre de 1925 en la localidad de Grantham, condado de Lincoln (al centro de Inglaterra. Sus biógrafos coinciden en afirmar que el fenómeno Thatcher se origina en la estricta educación que recibiera la joven Margaret Roberts (su nombre de soltera) en su casa familiar, donde su padre, Alfred, propietario de un pequeño almacén distribuía su tiempo entre el templo metodista y el Consejo Municipal.

 

 

Educación y estudios

 

Tras realizar estudios primarios y secundarios en un colegio de su ciudad natal, la hoy ex-primera ministra británica ganó una beca para estudiar en el Somerville College, de la Universidad de Oxford, donde, además de obtener una licenciatura en ciencias naturales, con especialización en química, obtuvo también un doctorado en artes, presidiendo la Asociación Conservadora.

 

Margaret Hilda Roberts (tal es su nombre completo de soltera) recibió una educación severa. Iba muy pocas veces al cine, nunca a los bailes. Los domingos asistía al templo, y jamás, que se sepa, se reveló contra sus padres. Por el contrario, siempre sintió gran afecto y admiración hacia ellos, especialmente por su padre. Empezaba, pues, la educación y formación de carácter de la futura ministro.

 

Años más tarde comenzaría a realizar sus estudios de química en uno de los tantos colegios pertenecientes a la Universidad de Oxford para luego trabajar, en 1947, como investigadora en un laboratorio de química. Años después lo haría como abogada tras su casamiento, en 1951, con Denis Thatcher, un importante director de empresa, con quien sigue aún casada.

 

 

Ingresando a la política

 

Su matrimonio con Denis Thatcher marca la ruptura de Margaret Roberts con su pueblo natal, su religión y su clase social. Otros caminos estarían por venir. Ella mientras tanto iba aprendiendo, ganaba conocimiento e iba forjando su porvenir. Una forma de adquirir carácter e ir formando su temperamento.

 

Luego, es entonces que, ahora sí, Margaret Thatcher, puede lanzarse a la carrera política. En 1959 entra al Parlamento, en Westminister, como diputada conservadora por el distrito de Finchley (al norte de Londres). Más tarde, a partir de 1961 forma parte del gobierno como Secretaria de Estado encargada de Asuntos Parlamentarios y, luego, en Seguridad Social, vigilando asuntos sociales, fiscales, de vivienda y de transporte.

 

Cuando el partido conservador recupera el poder, en junio de 1970, el primer ministro Edward Heath nombra a Margaret Thatcher Secretaria de Estado de Educación y Ciencia, cargo que conservara hasta febrero del ’74, año en que el Partido Laborista ganara las elecciones y asumiera el gobierno del Reino Unido.

 

 

1975: el gran año

 

Mil novecientos setenta y cinco fue el gran año para la Sra. Thatcher. Fue el año de su elección espectacular al frente del partido conservador, donde supo imponerse de inmediato a los demás, dando a conocer sus puntos de vista, y logrando que estos prevalecieran sobre los demás.

 

Fue un año, de veras, formidable. Un año en que me tocara, por suerte, estando viviendo en Inglaterra (en Cambridge), el tener el gusto de conocer, desde aquel entonces, a esta formidable señora, llamada la «Dama de Hierro». Una persona de gran inteligencia con una capacidad única para sobreponerse a contratiempos y sacar adelante aquello que quería.

 

 

Una gran señora

 

No pudiera yo asegurar que la conociese perfectamente; pero sí puedo decir (y tener la satisfacción) de haber trabado cierta amistad con ella. Me recuerdo perfectamente haberla conocido primeramente por la «tele», viendo cómo, incluidos miembros del partido opositor, se ponían de pie para aplaudirle.

 

En verdad, era sorprendente escucharla hablar. Sus gestos, sus ademanes, su voz. Todo en ella era de admirarse. Recuerdo que casi todas las tardes, habiendo salido de la escuela (estaba yo estudiando inglés, en Cambridge), me dirigía a mi apartamento («flat» o piso, como dicen los ingleses); dejaba los libros, y luego bajaba a la sala principal donde me disponía a ver la televisión.

 

Un programa que llamaba poderosamente mi atención era la transmisión directa que hacía la televisión inglesa en relación a las comparecencias que hacían los diputados y miembros de las distintas cámaras. Se trataba de un programa especial de la BBC de Londres que transmitía en vivo y en directo las discusiones que tenían lugar en la cámara de representantes.

 

Entonces veía a la señora Thatcher. Una dama impecable. Un estilo único, una pronunciación intachable. Me sorprendía ver como manejaba al público, a los legisladores tanto de su partido como los de la oposición. Hablaba y hablaba mesuradamente, pausadamente. Dirigía su mirada a un lado, y volteaba, luego, hacia el otro.

 

Su forma de dirigirse me sorprendía. Yo nunca había visto algo así. Sus razonamientos eran sumamente lógicos y difícilmente, por decir nunca, alguien le rebatía. Sus puntos de vista eran totalmente acertados y nadie los ponía en tela de duda o de juicio. A veces había temas escabrosos, pero ella siempre sorteaba la dificultad y salía siempre adelante.

 

 

Una gran sorpresa

 

Habiendo estado muchas veces en Inglaterra (unas quince), y habiendo vivido en esas bellas y admirables tierras en tres ocasiones, he podido identificarme (aunque, tal vez, no totalmente) con la mentalidad del pueblo inglés que siempre quiere lo mejor, desea un orgullo propio, y acepta y estimula a quien trabaja y lucha por su causa.

 

Lo que aquí cuento, pudiera alguien pensar exagerado; pero, no es así; todo esto es totalmente cierto, auténtico, indiscutible, verdadero... Preguntaba yo a la gente que vivía en el mismo edificio que habitaba, si esta dama podría algún día convertirse en Primera Ministra. Los propios ingleses me decían que esto era dificilísimo, ya que nunca una mujer había ocupado dicho puesto.

 

Pasó el tiempo, y yo seguía pensando lo mismo. En Londres, donde tenía buenas amistades, preguntaba lo mismo; pero, nadie me sabía responder. Ahí nuevamente vi a Margaret Thatcher. Uno, como cualquier ciudadano, puede asistir a los debates del congreso (parlamento, o cámara de representantes, en este caso) y ver, conocer y dialogar con dichos representantes.

 

Una vez más, la señora Thatcher me impresionó. Una finísima persona, de gran inteligencia que sabía cómo dirigirse a la gente y ganar adeptos. Alguien importante a quien tengo la satisfacción de conocer y, creo, difícilmente poder olvidar. Una persona que, al cabo del tiempo, estando ya de vuelta yo en México, aquí en Monterrey; ella, allá en Inglaterra, convirtiera su sueño en realidad.

 

Era la primera vez que una mujer, una dama, lograba alcanzar, el puesto de Primera Ministro, por parte del Partido Conservador. Ella, Margaret Thatcher, lo hacía el 4 de mayo de 1979, tras ganar el Partido conservador las elecciones celebradas justamente el día anterior a la fecha señalada.

Fue grande el gusto que me dio ver la noticia en los periódicos. Ni yo mismo podía creerlo. Un amigo me habló a la casa para decirme que mi «favorita» había ganado. En realidad yo ya ni me acordaba de ello. De todos modos, agarré pluma y papel y le escribí a mi amiga la Sra. Thatcher para felicitarla.

 

 

La Primera Dama

 

1975 fue el año de su despegue. Serían cuatro años de lucha incansable, luego de los cuales se convertiría en la «Dama de Hierro», logrando acallar después de esto las voces discordantes dentro del partido conservador y atacando, en todos los frentes, la política laborista de su opositor y enemigo Harold Wilson.

 

El tiempo sigue su marcha y es precisamente, en mayo del ’79, cuando Margaret Thatcher se convierte en la inquilina del número 10 de Downing Street. Fecha a partir de la cual su tutela se transforma en claro y preciso dominio de una mujer que tiene un estilo muy particular de la contradicción y el compromiso. Y, donde una vez diría al Times de Londres: «Estoy a favor del consenso... El consenso de lo que quiero hacer...».

 

Según algunos observadores de la vida política británica, Margaret Thatcher consultaba muy a menudo con sus colaboradores, pero tomaba ella sola sus decisiones. Y cuidado con aquel que se escapara mucho de su línea. Era toda una «Dama de Hierro», donde ella pareciera decir: «El Estado soy yo».

 

 

La historia de la Sra. Thatcher

 

La historia de la señora Thatcher es muy interesante, aunque larga de relatar. Su vida política está llena de críticas lo mismo que de alabanzas. Los principales puntos a destacar, dentro de sus once años de gobierno son los siguientes:

1979: La venta de la British Petroleum marca el comienzo un vasto programa
de privatizaciones donde seguirían, en su mente, otras empresas como la electricidad y
el agua.

1979: Este mismo año se lleva a cabo un vasto programa privatizaciones donde
seguirían en puerta otras empresas como la electricidad y el agua.

19801: Su mano se endurece contra los opositores que quieren alzar su voz en Irlanda
. Varios huelguistas se dejan morir de hambre. Mientras tanto, el gobierno de Londres no cede.

1982: En junio, victoria de la Gran Bretaña sobre Argentina, en la invasión que ésta última
hiciera a las Islas Malvinas.

1983: En junio, aplastante victoria electoral de los conservadores

1984: En octubre de este año, Margaret Thatcher escapa de un atentado del IRA (ERI,
Ejército Republicano Irlandés), durante una conferencia de su partido en Brighton, Inglaterra.

1985: Marzo. Tras un año de huelga, los mineros abandonan su movimiento y vuelven al
trabajo.

1986: Problemas internos surgidos, relacionados a la compra de la firma británica de
helicópteros, provocan cierto malestar en el gobierno.

1987: En junio de este año inicia su tercer y último mandato la Margaret Thatcher.

1990: El jueves 22 de noviembre de este año, Margaret Thatcher, la «Dama de Hierro»,
renuncia al puesto de Primera Ministro de la Gran Bretaña, tras más de once años continuos
en el cargo.

 

 

Un gran personaje

 

Tal vez el haberla conocido, haber mantenido correspondencia con ella me hagan ver en su persona a un personaje fuera de lo común. Yo jamás he negado (y esto lo he dicho a varios de mis conocidos y amigos) que la admiro bastante, aunque, también, he de reconocer en ella (ya al final de su mandato), algunos errores.

 

Sin embargo, ¿quién está libre de pecado? Creo que la aportación que la Sra. Thatcher dio, no solamente a su país sino al mundo entero, fue una muestra de dignidad y de coraje. Una persona que supo luchar por lo que quiso. Que tuvo suficientes pantalones para enfrentarse a las más diversas y conflictivas circunstancias.

 

Sus adversarios le atribuyen la longevidad en el poder a su «descarada» o inusitada buena suerte para enfrentar todo tipo de problemas. Nadie había, delante de ella, que se le enfrentase. Los partidos de oposición eran un cero a la izquierda. El petróleo del Mar del Norte empezó a subir, e Inglaterra a obtener jugosas ganancias.

 

Por otra parte, para sus más decididos opositores, Thatcher suprimió (o mínimo, debilitó) todos los focos de oposición. Los sindicatos ya no fueron poderosos; las grandes municipalidades, empezando por Londres, fueron decayendo; las Universidades -privadas de créditos- no tuvieron más remedio que doblar las manos y agachar cabeza.

 

Y no todo esto quedó ahí. La ex-primera ministro era toda una señora que sabía cómo gobernar. No solamente fue quitándose enemigos, sino que, también, supo ganarse adeptos. Fueron muchas las asociaciones e instituciones a las que la «Dama de Hierro» supo «convencer» y manejar o llamar al orden. Entre ellas, dos importantísimas: la BBC de Londres y la Iglesia Anglicana.

 

 

Más sobre la Señora Thatcher

 

Lo «máximo» para algunos, «detestable» para otros, la trayectoria de Margaret Thatcher ha sido única en la historia de vida inglesa. A veces más alabada, querida o estimada que la reina Isabel (con quien tuvo algunos conflictos), la ex-primera ministra inglesa, tuvo grandes aciertos (o desaciertos, según tome usted partido), que llevaron al país por nuevos rumbos.

 

Se privatizaron importantes compañías que anteriormente recaían en manos del gobierno y que eran una enorme carga tanto para el reino como para el pueblo mismo. Las privatizaciones fueron acompañadas de nuevas reglamentaciones a fin de favorecer la competencia. Se crearon organizaciones y se fomentó el libre comercio.

 

En el aspecto social, Margaret Thatcher propugnó por un individualismo basado en el trabajo, la productividad y la calidad. Se enfrentó y logró, para asombro de todos, debilitar la influencia de los sindicatos. Hecho esto, pudo, a través de una serie de nuevas leyes, eliminar algunas de las prerrogativas alcanzadas por las organizaciones sindicales y que no eran mas que una lastre para el buen gobierno.

 

 

Lo que ella decía

 

Preguntada una vez acerca de lo que había cambiado en su país, ella contestó: «Todo». Era como una forma levantar su frente y decir con cierta arrogancia que ella lo había hecho. Y, en realidad, así fue. Una verdadera líder mundial que llegó y vio más allá que otros; la primera persona de los dirigentes occidentales en reconocer al presidente soviético, Mijail Gorvachov, como «alguien con el que podemos negociar».

 

Margaret Thatcher, esa mujer que dijera, allá por 1987: «Hemos elevado a Gran Bretaña en el respeto que siente el mundo hacia ella en relación a lo de antes: un país maltrecho, en la bancarrota, sin voluntad alguna para defenderse adecuadamente».

 

Una dama que dijese: «Es posible que hayamos transformado al país». Una dama que lo sabía todo, pero que, tal vez, para su única crítica por parte mía, no supo retirarse a tiempo. Pero así son las grandes personalidades, ¡qué le vamos a hacer!

 

 

Su caída

 

El riesgo de los años hace que la gente entronizada en el poder caiga tarde o temprano. Si bien fue una persona que grandes y revolucionarias cosas hizo por su país, también hay que señalar, sobre todo en Inglaterra, que la gente se cansa fácilmente de sus ídolos.

 

Fue tal vez el deseo de querer continuar, el creer que aún tenía muchos adeptos, lo que hizo que esta «Dama de Hierro» deseara seguir en el poder. Se creía invencible, se creía capaz (y lo era); pero había llegado el tiempo de nuevos cambios. Y ella no estaba preparada para ello.

 

Había mucha gente que le aconsejaban dimitiese al cargo o dejase éste en nuevas manos. Sin embargo, a pesar de esto, ella insistía. Cada vez que alguien en el partido conservador (el partido de los Torys) parecía renuente a seguir una política radical dictada por ella, la ministra inglesa los amonestaba diciéndoles: «Si quieren dar marcha atrás, háganlo; pero esta dama seguirá adelante».

 

 

El fin

 

Y fue así como, siguiendo un impulso como dictado de su propia conciencia, esta primera dama pudo gobernar a un país, a una nación, a un reino, la Gran Bretaña, por espacio de once años y medio, llevándolo a nuevas alturas.

 

Habiendo iniciado el 4 de mayo de 1979, y habiendo presentado su renuncia para bien de su partido el 22 de noviembre de 1990, a esta persona se le recordará por su inteligencia, firmeza y valentía; por su fe y carácter intachable: la gran «Dama de Hierro», la Sra. Margaret Thatcher.

 

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 3 de diciembre de 1990.

 


 

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