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Grandes Personajes

 

 

Leonardo Da Vinci

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Artista y hombre de ciencia. Pintor florentino, precursor del Renacimiento. Hombre de grandes cualidades
que en su obra ha dejado imborrables huellas de lo que fue. Escultor, arquitecto, físico, ingeniero, escritor
y músico, se distinguió en todas las ramas de la ciencia. El fue el italiano Leonardo da Vinci.

 

 

 

 

Los grandes maestros de la pintura

 

Grandes han sido los maestros de la pintura. Miguel Angel, Tiziano, Rafael, Rembrandt, Van Gogh, Picasso, Rubens, Murillo, Velázquez y muchos otros más. Claro, no todos fueron tan completos como Miguel Ángel o Leonardo.

 

Hubo hombres, verdaderamente de ciencia, cuyo fin no estaba sólo en la pintura, sino que también tenían ante si otros campos igualmente importantes como eran la escultura, la arquitectura, la física, la astronomía y la literatura.

 

Para muchos la figura de Miguel Ángel rebasa en mucho a la de Da Vinci (Miguel Ángel Buonaroti fue posterior a Leonardo. Vivió de 1475 a 1564); para otros, es la personalidad del propio Leonardo la que deja abajo a la del artista Miguel Ángel. Creo, sin embargo, que no podemos hacer mucha distinción entre ellos, cada quien hizo lo suyo y lo hizo no solamente bien, sino magníficamente bien.

 

La disputa que se hace sobre estos grandes artistas es cosa más bien de sus seguidores, de sus preferencias, de sus inclinaciones, no de la obra, en sí, de estos dos grandes genios de la pintura. Hubo otros que también fueron grandes, aunque para mí estos (Leonardo y Miguel Ángel) fueron los de mayor peso.

 

 

El Renacimiento

 

La historia universal nos enseña que esta época llamose así por la vuelta que dio el mundo europeo de los siglos XV y XVI a la antigüedad helenística, con el propósito, al parecer, de probar que la historia se repite en ciclos más o menos largos, del mismo modo que el día precede a la noche y la noche precede al día. Criterio que tiene la apariencia de documento que prueba el hecho del «eterno retorno».

 

Eran muchas las cosas que se tenían que hacer. Se deseaba volver a la cultura, a renacer en ella. Sin embargo, algunas de estas cosas a las que se querían volver, se intentaba detenerlas, pero esto era ya demasiado tarde. Un nuevo cambio se realizaba, el «Renacimiento» surgía. Un nuevo hombre aparecía, un hombre que captaría esta nueva concepción de la vida y el mundo. Este hombre fue Leonardo Da Vinci, con quien comienza el Renacimiento.

 

 

El pequeño Leonardo

 

Artista y hombre de ciencia, Leonardo Da Vinci nace muy cerca de Florencia, en el año 1452. Siendo hijo ilegítimo de Ser Piero da Vinci, notario, y Catalina, humilde labradora, fue tratado como tal hasta la edad de siete años. Y se dice que desde chico Leonardo era un niño inquieto, avezado y travieso. Le gustaba pintar, rayar y hacer dibujos.

 

Leonardo vivía al lado de su madre. Había cosas que le faltaban, pero esto lo fue poco aprendiendo. Sentía la falta de su padre quien nunca vivió con ellos. Y se dice que esta falta de sostén y de apoyo paternal le hizo sentirse inseguro en muchos aspectos, de ahí su intenso y continuo deseo de perfeccionamiento en sus obras.

 

 

El artista

 

Artista y hombre de ciencia, Leonardo Da Vinci ha sido una de las personalidades más egregias e ilustres de la historia. Un hombre que destacó no solamente en el campo de la cultura, sino en el plano de la escultura, la arquitectura, la física y la astronomía.

 

Fue un hombre de cultura universal. La figura más importante del Renacimiento italiano y cuya vida y obra sintetizan los valores de ese momento culminante de la historia espiritual de Occidente. Un genio del conocimiento y un verdadero artista en todos sentidos.

 

 

Un hombre observador

 

La observación y la fantasía fueron en él dos facultades excepcionales, empleadas tanto en sus obras científicas como en las artísticas, y que le llevó al descubrimiento de importantes leyes en el ámbito de la ciencia y a originales hallazgos estilísticos, como el suave y delicado sfumato (esfumado) de sus cuadros.

 

Leonardo era un hombre que se interesaba por todo. Su ansia de saber le familiarizó con casi todas las ciencias y artes conocidas de su época y en todas dejó la huella de su ingenio. Como escritor se le puede considerar como el creador de la prosa científica italiana.

 

 

Las obras de Da Vinci

 

Innumerables son las obras realizadas por Da Vinci. Entre ellas podremos citar La Gioconda (La Mona Lisa), en el Museo de Louvre, de París; La Ultima Cena, fresco pintado sobre uno de los muros en el Refectorio de Santa María de las Gracias, en Milán, Italia; La Virgen de las Rocas; La Adoración de los Reyes Magos, óleo inconcluso que se encuentra en la Galería de los Oficios, en Florencia; Santa Ana, La Virgen y el Niño, también en el Louvre de París; y otras un poco menos conocidas, pero igualmente atrayentes como La Batalla de Angghiari, San Juan Bautista, y Baco. Pero Leonardo no sólo se dedicó a la pintura; también escribió y escribió bastante sobre diversos temas. Tal fue la personalidad de Da Vinci quien no sólo quiso prender para sí, sino también compartir sus conocimientos sin los celos tan ridículos que muchos pseudo-artistas poseen en demasía.

 

 

El deseo de saber

 

Fue nuestro personaje un amante del conocimiento. «Nessuna cosa si può amare ne odiare, se prima non si ha conosciuto de quella» -decía Leonardo («Ninguna cosa se puede amar ni odiar si antes no se le conoce»). Para Da Vinci era necesario el conocimiento para tener una idea más completa de las cosas.

 

Por otra parte, Leonardo se interesaba por el método experimental. Para quien esté enterado de este método sabrá que los resultados logrados a través de este método, se alcanzan tardíamente, o la vida no es lo suficiente larga como para ver dichos resultados tan anhelados.

 

Según Da Vinci, habría que buscar un método de indagación para el descubrimiento de lo reciente. Y él, sin darse cuenta, con sus pintura, sus escritos, sus proyectos y sus inventos esbozaba los fundamentos de lo que en la historia iba a llamarse filosofía experimental.

 

 

Los avatares de Leonardo

 

Muchos eran los problemas a los que se enfrentaba Leonardo. Sufría intensamente por no poder concluir sus trabajos, le parecía que estaban siempre llenos de errores. La verdad es que la curiosidad científica le esclavizó siempre. Buscaba el cómo y el por qué de las cosas, y en este averiguar meticuloso subordinó el espíritu artístico que había en él.

 

Deseaba aprender el verdadero valor de las cosas y vio la pintura desde un punto de vista no sólo estético; sino también, científico. Hacía apuntes de todo lo que veía. No dejaba nada a la memoria. Apuntaba y escribía todo lo que le parecía importante. Empezó a acumular notas, las cuales le sirvieron para trabajos futuros. Tenía un gran interés por la ciencia y los cálculos matemáticos. En fin, fue Leonardo un verdadero amante de la ciencia.

 

 

 

 

¿Cómo era Leonardo?

 

Y si bien Leonardo tenía sus cualidades, los amigos y demás gente que tenían que ver con él se quejaban frecuentemente de que el maestro flojeaba en el trabajo que se le encomendaba. Su primer biógrafo, Giorgio Vasari, relata que en el retrato de Mona Lisa («La Gioconda»), esposa del florentino Francesco Giocondo, trabajó durante cuatro años, sin llegar a darlo por terminado.

 

Bandelli, un fraile franciscano, dice que, cuando Leonardo estaba pintando «La Ultima Cena», había días que trabajaba todo el día; otros, en que no iba; o bien, había veces que se paseaba horas enteras contemplando las figuras ya empezadas. Así era Leonardo, un hombre que buscaba la perfección.

 

 

 

De nuevo Leonardo

 

Fundador de la escuela lombarda, florentino por adopción, Leonardo fue uno de los más grandes pintores de su tiempo. Genio universal, es el representante más completo del Renacimiento. Sus inquietudes de sabio y de artista se revelan en su obra multiforme y perfecta.

 

Vivió y trabajó en Florencia, Roma, Milán y algunas partes de Francia. Pintó sobre tela, al fresco y al óleo. Su obra más destacada es «La Gioconda», la Mona Lisa, que representa una dama de enigmática sonrisa, entre burlona y picaresca, como si nos quisiera seguir con sus ojos.

 

Algunos estudiosos del caso dicen que es la figura del propio Leonardo plasmada en la pintura. La mayoría concuerda, sin embargo, que se trata, en realidad, de Lisa Gherardini, la esposa de Francesco del Giocondo. Aunque tal vez, y lo más seguro, haya sido, tal vez, una mezcla de ambos, del artista y la modelo.

 

 

Sobre el retrato

 

El retrato fue pintado allá por el año de 1503 al 1507, y mide 77.5 por 53.08 centímetros. Se cree -como ya lo mencioné- que haya sido el retrato de Mona (nombre corto para «Madonna») Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo. Se cuenta que al esposo no le gustó y rehusó a pagar por el cuadro.

 

Tiempo después, Francisco I, rey de Francia, compró la pintura para su cuarto de baño, en cuatro mil florines oro (esto serían actualmente unos $ 7;260,000.00 U.S. Dólares -Siete millones doscientos sesenta mil dólares), mucho menos de lo que vale en realidad esta hermosa pintura. La compra la hizo en 1517.

 

 

Leonardo y sus escritos

 

Fueron muchas las obras legadas por Da Vinci. Y no solamente fueron las pinturas, frescos, óleos y dibujos los que dejó a la posteridad. También Leonardo nos dejó numerosos escritos donde explica se manera de pensar respecto a diversos temas.

 

Así, refiriéndose a la pintura y la poesía, Leonardo dice: «Igual proporción existe entre la imaginación y el efecto como lo hay entre la sombra y el cuerpo que la provoca, e igual proporción existe entre la poesía y la pintura; porque la poesía sitúa sus cosas en la imaginación de letras y la pintura las presenta realmente a la vista, que percibe las semejanzas del mismo modo que si fueran naturales...»

 

Refiriéndose a la ciencia, Leonardo escribe: «La ciencia más útil es aquella cuyo fruto es más transmisible y es por el contrario menos útil aquella cuyo fruto es menos transmisible. La pintura tiene su fin, transmisible a todas las generaciones del universo, porque su fin depende del sentido de la vista, y no llegan las cosas al entendimiento por el oído de la misma manera como llegan por la vista. Esta no necesita de intérpretes de diversas lenguas...»

 

 

Sobre la pintura

 

Acerca de la pintura, Leonardo piensa: «Si despreciaras la pintura, que no es sino la que copia todas las obras evidentes de la naturaleza, despreciarías en verdad una sutil invención, que con aguda y filosófica especulación trata todo género de formas: mares, lugares, plantas, animales, hierbas, flores, a las cuales rodean la sombra y la luz».

 

En cuanto a otro tema, la imaginación, Da Vinci apunta: «La imaginación no ve las cosas con la misma excelencia con que lo hace la vista, porque el ojo recibe la imagen, verdadera semejanza de los objetos, y la lleva a la retina y de ella al entendimiento donde es juzgada. Al contrario, la imaginación no sale de ese entendimiento sino en cuanto va a la memoria, y allí permanece y muere si lo imaginado no es de mucha excelencia»

 

 

¿La pintura o la escultura?

 

«Trabajando yo -dice Leonardo- en la escultura tanto como en pintura, y ejercitando una y otra en un mismo grado, me parece poder dar sentencia, sin grave imputación, sobre cuál es de mayor ingenio, dificultad y perfección, entre una y otra. En primer lugar, la escultura está sometida a ciertas luces, las de arriba, y la pintura lleva consigo siempre las luces y las sombras»

 

Luego añade: «Luz y sombra son, pues, importantes para el escultor también, mas el escultor en este caso es ayudado por la naturaleza del relieve que por sí vea, mientras que el pintor lo realiza por arte accidental, en los lugares que razonablemente lo haría la naturaleza; el escultor no puede hacer variaciones sobre las diversas naturalezas de los colores de las cosas, mientras la pintura está en todas ellas...»

 

 

Lo que debe aprender el joven pintor

 

Da Vinci fue también un gran maestro. En sus escritos se dejan ver algunas reglas que deberé seguir un buen pintor: «El primer elemento de la ciencia de la pintura es el punto, el segundo es la línea, el tercero la superficie...» Luego habla sobre la luz, las sombras, los colores, las distancias, la perspectiva de las figuras, su tamaño, así como otros puntos sumamente interesantes.

 

En un párrafo de su manuscrito «Tratado de la pintura», Leonardo señala: «No es universal quien no ama todas las cosas que están comprometidas en la pintura; quien no ama los paisajes...». Y en uno de sus consejos apunta: «El pintor debe avezar la mano, dibujando junto a los buenos maestros y, ya avezado a juicio de su preceptor, pasará a retratar cosas con buen relieve, siguiendo las reglas que diremos del retrato de relieve...»

 

«El esbozo de las escenas debe ser rápido y el dibujo de los miembros no estar muy terminado; conténtate con situar los miembros, que más tarde podrás terminar con tranquilidad». Más adelante, complementa: «Cuando quieras, pintor, estudiar bien y con utilidad, cuida, al dibujar, de hacerlo despacio; de juzgar entre las luces, cuáles y cuántas tienen el primer grado de claridad, e igualmente entre las sombras cuáles son más obscuras que las otras y de qué manera se mezclan entre sí y en qué cantidad...»

 

 

Sobre la gente estulta (estúpida)

 

«Hay cierta clase de pintores que, por su escaso estudio, necesitan vivir bajo la belleza del oro y del azur (azul blasónico). Alegan, con gran estulticia (necedad y estupidez), el no poner en obra cosas buenas por escasos premios y que ellos sabrían hacerlo también como cualquiera, cuando fuesen bien pagados. ¿No saben ellos -¡oh gente estulta!- contemplar una buena obra diciendo: ésta es de buen premio, ésta es de mediano, y ésta otra también y mostrar que hay obras dignas de toda clase de premios?»

 

«Cuida tú, pintor, que el deseo de ganancia no supere en ti el honor de las riquezas. Por estas y otras razones que podrían darse tratarás primero con el dibujo, de presentar en forma aparente a la vista la idea y la invención que has creado en tu imaginación. Entonces ve poniendo y quitando hasta que estés satisfecho; haz entonces colocar hombres, vestidos o desnudos, en la forma que sobre la obra has dispuesto y mira que en medida y tamaño, según la perspectiva, no haya en la obra nada que no pueda ser comprendido por la razón y por los efectos naturales. Este será el camino de hacerte honrar por tu arte.

 

 

El arte y la ciencia

 

«Quienes se enamoran de la práctica sin la ciencia, son como los marinos que embarcan en la nave sin timón o brújula, que no tienen nunca la certeza de a dónde se dirigen. La práctica debe edificarse siempre sobre la buena teoría, de la cual es puerta y guía la perspectiva, sin la cual nada se hace bien...»

 

Y Leonardo continúa dando buenos consejos para el novel pintor: «Cuando hayas de retratar al natural, colócate a la distancia de tres veces el tamaño de la cosa que retrates». Luego, añade: «Para retratar del natural, la luz debe ser de tramontana (el norte), para que no tenga variaciones; si es de mediodía, has de tener la ventana velada, para que el sol, que la ilumina todo el día, no haga mutación. La luz ha de estar situada de tal modo que cada cuerpo dé en tierra una sombra de igual longitud que su altura».

 

 

Acerca de los desnudos

 

Y Leonardo tenía también su técnica para los desnudos: «Cuando retrates desnudos, retrátalos siempre enteros y luego termina el miembro que más te plazca y haz luego lo mismo con los otros miembros; de otro modo nunca conseguirás ajustar bien los miembros uno con otro...»

 

«Nunca deberás hacer la cabeza dirigida a donde está el pecho, ni el brazo en igual actitud que la pierna; si la cabeza se dirige al hombro derecho, haz que el hombro izquierdo quede más abajo que el derecho; y si haces resaltar el pecho, haz que mirando la cabeza hacia el lado izquierdo las partes del lado derecho sean más altas que las del lado izquierdo»

 

 

Sobre la posición y los gestos

 

«Las figuras de los hombres -decía- han de tener la actitud y los gestos apropiados a la operación que realizan, de tal manera que al verlos comprendas lo que hacen o dicen; esto se aprenderá bien copiando los movimientos de los mudos, que hablan con movimientos de las manos, los ojos, de las cejas y de toda su persona...»

 

Más adelante, refiriéndose a la exaltación de detalles dice: «Puestas juntas las beldades y las fealdades, se hacen la una y la otra más potentes». Luego, en cuanto a los niños señala: «Los niños pequeños deben representarse con gestos rápidos y desordenados, cuando están sentados, y con gestos tímidos y asustados, cuando están en pie».

 

En cuanto a la gente de edad apunta: «Los viejos han de presentarse con gestos lentos y perezosos, con las piernas plegadas en las rodillas cuando están en pie y los pies separados uno de otro; han de estar un poco encorvados, con las cabezas inclinadas hacia adelante y los brazos no enteramente distendidos».

 

«Las mujeres -añade- se representarán en actitudes pudorosas, con las piernas apretadas, los brazos recogidos y con las cabezas bajas e inclinadas a un lado. Las viejas han de representarse osadas y activas, con movimientos frenéticos, a guisa de furias infernales, y sus gestos han de aparecer más rápidos en los brazos y cabezas que en las piernas».

 

 

El consejo del «librito»

 

Leonardo aconseja a que observemos todo lo que veamos a nuestro lado y lo apuntemos en una especie de pequeña libretita: «Cuando tú hayas ya aprendido bien la perspectiva y tengas en la memoria todas la partes y los cuerpos de las cosas, has de procurar con frecuencia en tus paseos ver y considerar los lugares y los gestos de los hombres, al hablar, al discutir, al reír, o al pelearse entre sí, y los gestos de los circunstantes que miran o los que apartan en tales casos y anotarlos en esta forma en una libreta pequeña, de la cual no te has de separar».

 

Por último, Leonardo aconseja de que: «No se habrás de mezclar los melancólicos lacrimosos y lloriqueantes con los alegres y risueños; ya que la naturaleza hace que con los llorosos se esté triste y con los risueños alegre, hay que separar sus risas y sus llantos». Finalmente, en un punto específico, Da Vinci dice que la expresión de alguien que ríe y de alguien que llora es casi igual, la única diferencia es el movimiento de cejas.

 

 

Más y más cosas de Leonardo

 

En verdad son muchísimos los puntos tocados por Leonardo en sus escritos. No solamente habló sobre la pintura (color, sombras, perspectiva, líneas, posición y gestos de las personas -niños, jóvenes, hombres, mujeres-), sino también escribió acerca de lo que es la ciencia, la teoría, la naturaleza, la religión, el agua, el sol, los animales, los peces, el cuerpo humano, el sentido humano de la vida.

 

Estas son algunas de sus frases:

 

«Los hombres son dotados por los médicos de enfermedades que antes no conocían».

«Nada se debe temer tanto como la mala fama, porque ella nace siempre de los vicios».

«Reprocha al amigo en secreto y elógialo en público».

«Si tienes que pedir consejo, pídeselo al que ha sabido corregirse a sí mismo».

«El que ofende a otro ha perdido su propia seguridad».

«La estupidez es el arma de la mentira, como la imprevisión es el arma de la pobreza».

«Quien poco piensa, se equivoca mucho».

«Quien no castiga el mal, ordena que se lo hagan».

 

 

Da Vinci, el hombre genio

 

En realidad Leonardo Da Vinci fue un hombre genial. Moriría en 1519, dejando a su paso una estela de recuerdos de artista, músico, poeta, escultor, literato, científico, ingeniero, arquitecto, botánico, astrónomo; en fin, un hombre dedicado a todo.

 

El hombre de genio como lo fue Leonardo fue a la vez un hombre sencillo y común, como también un hombre con un gran sentido práctico de la vida. Se le ve emprender toda clase de trabajos: desde el proyecto de una máquina vela, parecida a nuestros tanques, hasta la construcción de aparatos para defender las fortalezas, en caso de asedio.

 

Hace estudios y lleva a cabo un sistema de riego, aprovechando las aguas del Arno, que atraviesan Florencia; levanta planos de la ciudad, fabrica juguetes mecánicos, y en fin, pinta vírgenes, hace retratos, murales, frescos y óleos. En fin, todo un señor del arte y la cultura. Un hombre que lo dio todo y cuyo nombre fue Leonardo Da Vinci.

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 26 de marzo de 1990.

 


 

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