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Grandes Personajes

 

 

Nikita Kruschev

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Importante estadista soviético de los años 60’s. Líder ruso que combatió la política stalinista
y llevara a su país hacia nuevos horizontes. Carismático y temperamental político que hiciera
grandes cosas por su país y que en vida llevara el nombre de Nikita Kruschev.

 

 

 

 

Los arriba y los de abajo

 

Cuando se está en la cima, todo es alabanza, todo es excelencia, todo es maravilla; cuando se está abajo, todo es vergüenza, maldad y hasta insolencia. La clara verdad sobre la vida de los líderes es sumamente difícil de saberla; máxime que cada uno de nosotros tiene o lleva los prejuicios comunes a todos los siglos.

 

Hablar bien sobre una persona, puede ser repulsivo para algunos; ensalzarla, puede ser aún peor. Por otro lado, si hablamos mal de alguien, pudiese ser que esto nos llevase a enemistarnos con los más acérrimos rivales de nuestro héroe preferido o maldecido.  Hablar pésimamente mal de alguien, pudiera, del mismo modo, resultar fatal para quienes dicen o afirman que tal o cual persona fue, en realidad, un héroe, una gran figura, aunque haya sido, por otro lado, un gran farsante.

 

 

Los héroes son así

 

Los héroes son así. Dan mucho de que hablar. Algunos los ensalzan, otros los desfiguran. Simplemente, para no ir muy lejos, tenemos en México el caso de Porfirio Díaz y de Benito Juárez. Jamás se ha dicho toda la verdad sobre ellos. Algunos desprecian a Díaz, siendo que en su época había muchas cosas que marchaban mucho mejor que ahora. Claro, tuvo sus desaciertos, pero no como la historia los cuenta.

 

El caso de Juárez es similar. Muchos los alaban y simplemente repiten como pericos lo que alguien «X» o «Z» persona dijo. Para mí lo único bueno, tal vez, haya sido su frase «el respeto al derecho ajeno es la paz» (Y según parece, él no fue el que lo dijo). Pero así son las cosas. ¿Quién pudiera opinar sin ensuciar o rasgar sus propias vestiduras?

 

La historia de los héroes o grandes figuras puede resultar cómica o hasta tragicómica. La gente envuelve a sus líderes en héroes, a veces los llevan a elevados nichos; la mayoría de las veces los inmolan o los llevan al cadalso. Los que una vez fueron grandes actores hoy no son mas que unos protagonistas venidos a menos o ya pasados de moda.

 

 

Errores son errores

 

Errores son errores y logros son simplemente eso: logros. Los grandes personajes hacen su historia y forjan, a la vez, la nuestra. Somos un mundo en competencia, todos queremos más para nosotros y, sobre todo, más que los demás.

 

Nadie está exento de culpa ni mucho menos de errores (como aquellos que yo mismo he cometido al nombrar el nombre de un personaje por otro -y que de paso, agradezco infinitamente a la persona que hizo la aclaración; es señal de que nos leen- o de equivocar fechas o transcribirlas incorrectamente, pero sin maldad alguna.

 

Los errores cometidos por todos estos personajes de nuestra historia son errores comunes a los hombres. Somos humanos y el valor de nuestra persona y el de ellos se mide, también a través de los tiempos. No dudo que lo que hoy veamos como correcto en un presidente, lo veamos sumamente loco o disparatado cuando esa persona ya no es la que nos da de comer. Pero así es el mundo y así es la gente. Unos viven sus vergüenzas, otros más lamentan sus errores y otros más viven y siguen viviendo de la burla y el escarnio.

 

 

Un singular líder

 

Fue Nikita Kruschev un singular líder que llamaba la atención, en aquellos tiempos, por su arrojo, su ironía y sus desplantes. Algunos lo veían como un personaje cómico, chusco, simbiótico; otros lo veían con miedo o hasta recelo. Yo diría que, más bien, lo cómico estaba en los personajes (el mundo, el pueblo, sus gentes) que presenciaban esta misma situación y que volteaban para un lado y para el otro en busca de un pleito entre dos naciones poderosas, a la vez que temerosas una de la otra.

 

 

Nikita Kruschev

 

Nikita Kruschev fue -y ha sido- uno de los más importantes estadistas soviéticos de nuestra era. Primer secretario del Comité Central del Partido Comunista en 1953 y presidente del Consejo de ministros en 1958, Kruschev combatió duramente la política de Stalin de quien dijo no había que verse como un gran héroe. Cosas de la política, siempre enemiga, según parece, de la verdad, haría que Nikita dimitiera a su cargo, en 1964. Una renuncia «voluntaria».

 

Su nombre completo fue Nikita Sergeievitch Kruschev (o Jruschov), como usted guste, secretario general del Partido Comunista y jefe del Gobierno de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. Una persona, un hombre, indudablemente, de los más influyentes e importantes de aquellos tiempos y a quien, aún ahora, se le recuerda con cariño.

 

 

La historia de Nikita

 

Nikita Kruschev nació -parece ser- un 17 de abril de 1894. Esto de «parece ser» lo digo porque no hay datos seguros. La mayoría de las biografías, sobre todo de los personajes soviéticos parecen estar cargadas de inexactitudes, muchas veces producto de querer presentar al mundo occidental (y hasta para ellos mismos) algo diferente.

 

Por otro lado, las mismas biografías de escritores occidentales recaban muchas veces informaciones inexactas, informaciones no válidas o no confiables de segundas o terceras manos. Casi lo mismo que se hacen con las biografías de los presidentes americanos y también de los mexicanos.

 

 

La familia de Kruschev

 

Y aquí empiezan las discrepancias. (Y eso, basándonos en libros rusos). Por un lado se dice que la profesión del padre era minero (Al menos para la Gran Enciclopedia Soviética). En cambio, para un biógrafo, de apellido Alexandrov, que publicara un libro titulado Khruschev of Ukraine (Londres, 1957), el padre de nuestro personaje era herrero y también -y hasta cierto punto- granjero acomodado.

 

Según este último biógrafo, el padre de Kruschev poseía 16 acres de tierra. Tenía también algunas vacas, unos cuantos cerdos, lo mismo que varias cabras, que el joven Nikita cuidaba de niño. La familia, según se cuenta, era numerosa: el papá, la mamá y diez hijos; es decir, nueve hermanos. Una familia bastante numerosa a la que había que alimentar.

 

 

Nikita en su juventud

 

Nikita era un muchacho lleno de vida. Le gustaba la pesca, cazar animales, hacía trampas y cuando veía que un animal caía, saltaba de júbilo. También gustaba de la música: tocaba la sopika (la flauta ucraniana) y era un experto en las famosas danzas ucranianas, esos típicos bailes de ritmos veloces y fantásticos saltos.

 

La escuela, por otra parte, le gustaba menos. Era un muchacho inteligente pero no de esos que siempre se ven metidos siempre en los libros. Su educación la recibe en una escuela rural. Ahí aprendería sus primeras lecciones y ahí empezaría a forjarse la vida de un hombre que cambiaría de cierto modo el destino de la Unión Soviética.

 

 

Más sobre Kruschev

 

Kruschev nació en una pequeña aldea, en Kalinkova, Ucrania, en el distrito de Kursk. Era el año 1894. Allí pasaría su juventud a cargo de un sacerdote ortodoxo de la localidad, quien subrayaba, sobre todo, el estudio de la Historia Sagrada, más que en materias de otro tipo como las matemáticas, la aritmética, o simplemente el idioma.

 

Kruschev no aprendió a leer en su infancia, sino que lo haría tiempo después. Período en que vería nuevas cosas y sentiría un gran interés por la lectura. Deseaba recuperar el tiempo perdido y él, Nikita, lo conseguiría. Su ávido interés y la necesidad de saber leer y escribir, pronto le traería frutos.

 

 

Sus primeros encuentros

 

Siempre hay una primera vez, y esta ocasión no fue la mejor para Kruschev. Se trataba de su primer encuentro con la policía. Resulta que estando en procura de una medicina para su padre, Nikita se hallaba a orillas de un lago o un río, tratando de pescar dicho alimento. El problema fue que el joven se hallaba en aguas vedadas, aguas prohibidas.

 

Su encuentro no fue muy grato, pero pudo salir del paso. Claro, no sin antes recibir una dura reprimenda, una buena tunda, la confiscación de su equipo de pesca... Horas después le entregarían (ya apaleado) a un sargento de la policía local.

 

Nikita iba aprendiendo de lo que veía. No cabe duda que este hecho influiría mucho sobre su persona y se le quedaría muy grabado en su mente. Las ideas le iban aflorando, trataba de hacer algo, pero no sabía qué o cómo. Algunos parientes eran revolucionarios o se les veía como tales. Otros más habían emigrado a los Estados Unidos u otros países de Europa.

 

 

Sus años mozos

 

A la muerte de su padre, Nikita marchó a Jarkov (o Kharkov), antigua capital de Ucrania, centro administrativo, ciudad altamente industrializada, llena de fábricas de maquinaria agrícola y locomotoras. Ahí trabajaría como obrero en una fábrica. Viviría en casa de unos primos, también obreros, y profundamente interesados en la política.

 

Y de ellos fue aprendiendo Kruschev, algunas de sus cosas. Ellos creían que se podía ir del feudalismo al socialismo sin tener la necesidad de pasar por una etapa transitoria. Tenían ideas bastante fuertes, algunas veces poco atrayentes (por ser demasiado duras) para quien los escuchase.

 

Por influencia de aquellos primos, Nikita empezó a leer con pasión todos los libros y folletos prohibidos que llegaban a sus manos. Quería darse cuenta de la realidad, vencerla, hacerla suya y compartirla con los demás. Es así como se alista en diversas asociaciones y entra al mundo de la política.

 

 

En la política

 

Los partidos van surgiendo y, Nikita, personas va conociendo. Uno de ellos, Trotsky, le condecora por su valentía emprendida en cierta acción. Más tarde, en abril de 1918, Kruschev se alista al partido bolchevique. Desde el principio fue considerado en el pleno del partido como un especialista en agricultura.

 

Gracias a su experiencia en la distribución de tierras, Nikita es nombrado jefe del Departamento Agrícola; pero apenas había empezado a trabajar o desempeñarse en este cargo, cuando los acontecimientos internacionales le obligan a intervenir en la guerra civil.

 

Al terminar la guerra civil hubiera podido permanecer en el ejército como oficial de alta guarnición; pero prefirió ser desmovilizado y proseguir sus estudios en materia de agricultura. Es en este mismo tiempo en que Nikita, además de prestar atención a sus libros, empieza a dedicar cierto interés por una compañera de clases. Ella sería su novia, con la que más tarde se casaría, en 1922.

 

 

La estrella de Kruschev

 

La carrera política de Kruschev no había aún comenzado. La estrella política de Kruschev aparece rutilante ante el advenimiento de Kaganovich, partidario de Stalin, en el Politburó. El contrincante de este hombre era Trotsky. Nikita hace su aparición, habla, y habla fuerte. Los stalinistas ganan, Trotsky huye.

 

Nikita inicia propiamente su carrera política como propagandista al Servicio del Comité Central del Partido Comunista; escribió numerosos discursos y habló con gran frecuencia ante grupos muy diversos. Tenía muchos amigos, pero también sus enemigos. Una vez se quiso congraciar con los ucranianos, aquellos a quienes despreció por no concederles libertad. Ellos le tachaban de que no sabía hablar su idioma (el ucraniano), a pesar de ser oriundo de ese lugar.

 

Kruschev estudió organización, administración y realizó estudios de alta política y actividades industriales. Impulsó la economía rusa. Trató de ser más abierto, tanto, que en un momento no tuvieron mas que eliminarlo y pedirle muy cortesmente su renuncia. Antes, ya había dirigido organizaciones y partidos políticos en Kiev y Moscú.

 

En 1937 es nombrado miembro representante en el Politburó, muchos cuyos miembros habían desaparecido, capturados por la policía secreta durante la purga de enemigos de Stalin. Ahora Kruschev era el que mandaba. Al morir Stalin, es nombrado y elegido primer secretario del PCUS (septiembre de 1953). En 1958 asumió también el cargo de presidente del consejo de ministros.

 

Más tarde vendría su debilitamiento. El fracaso en las reformas agrarias, el descontento del país, un personalismo exagerado, todo esto dio como consecuencia la «renuncia» o dimisión que Kruschev hiciera a sus respectivos cargos, en 1964. Poco se le vería después de su retirada. En 1971, Nikita Kruschev muere en Moscú, mismo año en que fueran publicadas sus memorias.

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 9 de abril de 1990.

 


 

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