Ven a mi mundo

 

Grandes Personajes

 

 

Juan Pablo II

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Viajero y peregrino. Hombre infatigable portador de un mensaje de paz y de bondad.
Máximo jerarca de la Iglesia Católica y del Estado Vaticano. Representante de Cristo
en la Tierra. Un personaje lleno de carisma, fe y amor por el prójimo. Un hombre de

origen polaco  y de nombre Karol Wojtyla, y que hoy todos conocemos con el nombre

del Papa Juan  Pablo II.

 

 

 

 

Nuestros grandes personajes

 

Hoy damos paso a algo diferente. Pocas veces, al menos hasta esta fecha, y a excepción de unos tres, a lo mucho, los personajes que han aparecido en estas páginas, son personajes que ya no están con nosotros. Solamente (de entre ellos), quedan aún entre nosotros notables hombres como Gorbachev y Castro, ambos líderes políticos y que es justo, de algún modo, darles un lugar en nuestra historia.

 

Hoy la cosa cambia. Nuevamente traemos a esta primera plana de El Porvenir la vida de un personaje ya muy familiar para nosotros. Un hombre lleno de bondad, amor, fe y misericordia. Un hombre que ha viajado por todos los confines de la tierra, predicando con la palabra y el ejemplo. Un hombre que en la figura del Papa representa el destino de 600 millones de católicos.

 

Nos referimos a Karol Wojtyla, el Papa Obrero, el Papa de la Paz. Este carismático hombre y hermano nuestro. El incansable Juan Pablo II que en su misión de apostolado hoy llega hasta nosotros a darnos su mensaje de paz y de amor. Este hombre, el Papa, el Sumo Pontífice que hoy viene a estrechar los lazos entre pueblos, hermanos y gobierno.

 

 

Un algo que no comprendo

 

Grata es la noticia de la venida de Su Santidad a México, pero hondo es mi pesar de que algunas gentes (muchas, para ser francos), hayan visto su visita con ánimos netamente mercantilistas y lucrativos. Camisetas, llaveros, plumas, cuadernos, lápices y hasta medallas (unas del Banco de México: puro negocio) y otras supuestamente benditas de asociaciones supuestamente religiosas (que no son tales, y que buscan simplemente el chantaje emocional de la gente verdaderamente creyente).

 

Sin embargo, ojalá y con la fe que todos debemos de tener, su visita pastoral y de encuentro nos sirva a todos nosotros los cristianos, creyentes o no, seamos católicos, protestantes, judíos, o hasta ateos, para que de algún modo nos una más en Cristo y en Dios nuestro salvador.

 

 

Karol Wojtyla

 

Karol Wojtyla nació en Wadowice, Polonia, un pequeño poblado de diez mil habitantes al sur de Polonia, situado a unos 38 o 40 kilómetros de la ciudad de Cracovia, muy cerca de los montes Tatra, que marcan la frontera con Checoslovaquia. Sus padres fueron Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska.

 

Juan Pablo II vino al mundo un 18 de mayo de 1920 (Aunque el periódico «El Norte» recientemente señaló que nació un 18 de marzo), y fue bautizado con el nombre de Karol Josef Wojtyla (pronunciado, en polaco, como voy-ti-vas) el 20 de junio de ese mismo año.

 

Fue el segundo hijo de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. El, un destacado oficial del ejército austro-húngaro, así como del ejército nacional polaco. Su madre, de origen lituano, era una maestra de escuela. Una mujer sumamente religiosa y entregada de lleno a la oración.

 

 

Los primeros años

 

Y el pequeño muchachito, el pequeño Karol pasaría los primeros años de su vida al lado de sus padres. Fueron años felices en que el chico («dziecko»; niño, chico, en polaco), jugaba al lado de su hermano Edmund, quien era unos 7 años mayor que él.

 

La familia era su vida. Con ellos pasaba la mayor parte del tiempo. Era una familia unida, muy alegre y sumamente religiosa. Pero pronto las cosas cambiarían, una desgracia se dejaría caer sobre ella. Emilia, la madre de Edmund y Karol moriría de un paro al corazón en el transcurso de su tercer parto que había dado a una niña muerta. Karol apenas había cumplido los 9 años.

 

 

Los siguientes años

 

Fueron años difíciles los que le esperaban a la familia Wojtyla. El padre se había quedado solo con la responsabilidad de educar y sacar adelante a sus dos hijos. Edmund, el mayor, se fue a estudiar la carrera de medicina en la Universidad de Cracovia. Karol, por su parte, terminó su enseñanza primaria, pasando luego al liceo y estudiar el equivalente de secundaria y preparatoria.

 

 

Un muchacho alegre

 

Cuentan que el Papa era un chico alegre. Y de hecho, si lo vemos hoy en día, la mayoría de nosotros podrá afirmar que el Papa es una persona siempre sonriente, siempre amable, siempre fiel... le gustaba el deporte: andar en bicicleta, jugar al fútbol, la natación y sobre todo, el excursionismo y escalar montañas.

 

Como contaba, el párroco de la iglesia que frecuentaba Karol, hablando de sus aficiones juveniles, decía: «Le gustaba jugar al fútbol con sus amigos... Jugaban en la calle... Pero, en realidad, lo que más le gustaba era el subir y escalar montañas»

 

 

Una vida diferente

 

Y el mundo iba cambiando poco a poco para él. Estaba a punto de terminar su preparatoria cuando otra desgracia sacude su alma. Muere su hermano Edmund («Edmundo», y no «Edward» como establece repetidamente «El Norte»), que ya había acabado su carrera de medicina y que, incluso, ya se había colocado en un hospital de Bielsko-Biula, una importante ciudad al pie de la montaña.

 

Pero la fortaleza del joven Wojtyla era a toda prueba. Resiste no solamente esta desgracia, sino aún muchas otras que estarían por venir. Mientras tanto sus estudios continuaban. Karol era un chlopiec (muchacho) aplicado. Sus calificaciones eran excelentes. Puros dieces y uno que otro nueve.

 

En septiembre de 1938, su padre decide trasladarse con él a Cracovia, para que Karol pueda comenzar sus estudios universitarios. A partir de este momento su vida y centro de actividades fue la Universidad. Se inscribiría en Lengua y Literatura Polaca en la Universidad de Cracovia, mostrando especial afición e interés por la filosofía, el teatro y la poesía. Más tarde meditaría sobre lo que sería, al terminar sus estudios: ¿Dramaturgo? ¿Filósofo? ¿Actor? ¿Poeta? ¿Catedrático?... ¡Sería Papa..!

 

 

Los acontecimientos

 

Había muchos proyectos. Karol tenía grandes cosas en mente. Sin embargo, estas cosas tenían que esperar. La guerra había estallado. Era el 1° de septiembre de 1939 y las tropas alemanas habían invadido Polonia. Los nazis cierran las universidades y mandan a los campos de concentración a los estudiantes. De este modo, a los 19 años, Karol se pone a buscar trabajo a fin de obtener la credencial que se necesitaba para no ser deportado.

 

Y pronto consigue empleo. Le ofrecían un trabajo de peón en unas canteras de donde se obtenían mineral para una fábrica de productos químicos. Aquí estaría trabajando durante poco más de dos años. Su trabajo principal era el de un simple obrero: picar piedra. Así estaría hasta 1942, fecha en que sus jefes le trasladarían al área de calderas y luego a una planta depuradora.

 

 

Años difíciles

 

Eran años difíciles. Los nazis mataban a cualquier polaco que opusiese la menor resistencia. Los cristianos practicantes eran especialmente vigilados por la policía secreta. Religiosos, sacerdotes, frailes y monjas eran detenidos bajo cualquier pretexto o sospecha.

 

Es entonces cuando Karol, en compañía de varios amigos y algunos compañeros, participa en forma activa en un movimiento clandestino. Se trataba de un movimiento de resistencia al invasor. Un movimiento distinto, diferente. A nuestro joven personaje se le ocurre crear un grupo escénico para representar obras de teatro que buscaban mantener el espíritu patriótico del pueblo.

 

 

Un nuevo rumbo

 

Luego, un nuevo hecho venía a entristecer la vida del joven Wojtyla. En el invierno de 1941 su padre caía enfermo. Meses más tarde moriría. Desde entonces pasa a vivir con una familia conocida de su pueblo natal y que ahora vivía en Cracovia. Aquí mismo conocería, también, a otra honorable familia a la que le tomaría un afecto muy especial, lo mismo que en forma inversa.

 

Es justo en este tiempo en que Karol hacer grandes amistades Uno de los miembros de esta familia, era la señora Irena, la madre de ellos. Karol se dirigía cariñosamente a ella, llamándole abuela. Y, según se dice, fue a ella, precisamente, a quien Karol Wojtyla le habría contado sus proyectos, entre ellos, su principal ambición: la de convertirse en sacerdote.

 

 

De activista, poeta y actor a sacerdote

 

Difícil es saber cómo surgió en el joven Karol su deseo de ser sacerdote. Es algo que sólo el corazón de un hombre sabe, al igual que el Dios de los cielos. Sin embargo, es de suponerse, que el llamado de Dios había tocado su corazón y Karol Wojtyla había decidido convertirse en sacerdote.

 

Había, no obstante, un problema: ¿dónde prepararse? Los seminarios habían sido cerrados. Los obispos eran vigilados, o simplemente desterrados. Miles de sacerdotes abarrotaban los campos de concentración. Pero para el futuro Papa no había nada imposible. Asiste a unos cursos clandestinos organizados por el arzobispo de Cracovia, el cardenal Sapieha.

 

Su vida sigue aparentemente igual, pero en el fondo todo había cambiado. Continúa trabajando en la fábrica, pero alterna sus labores y actividades con estudios de filosofía, teología, religión, griego y latín. Así transcurrieron los años. El trabajo y el estudio eran pesados, pero cosas más duras y pesadas estaban por venir. Los rusos invaden Polonia en verano de 1944. Ya no eran los nazis, sino los rusos.

 

Por otro lado, y a pesar de esto, los mismos y malditos nazis habían redoblado sus esfuerzos. Empiezan a fusilar a cualquiera que se oponga. Miles de jóvenes comprendidos entre los 18 y los 30 años son enviados a las fábricas o campos de concentración. Otros más son vilmente asesinados o fusilados.

 

 

El horror de una noche

 

Muchos amigos de Karol se habían escondido. Otros más habían huido. El, se había quedado en casa. Y resulta que una noche había irrumpido la policía nazi en su casa. Karol se había refugiado en la cocina. Fue el primer lugar que se le había ocurrido. Ahí entraría con el miedo de todo hombre y ser humano, pero con la suficiente fe de salir siempre adelante con la gracia y la ayuda de Dios.

 

Postrado en el piso, rezando intensamente y con la fe puesta en el Divino Salvador, Karol pasaría esta dificilísima prueba. Los nazis registraron todo: subieron, bajaron; entraron, salieron; revisaron todo y nada encontraron. Vieron sala, comedor, cocina, baños y nada. Karol había permanecido invisible para ellos.

 

Al siguiente día, el cardenal Sapieha le envió un recado diciéndole que se presentase en el arzobispado y permaneciese ahí hasta concluir la persecución. Karol obedece y pide un favor muy especial a la señora Irena: lograr que los responsables de la fábrica le borrasen de la lista de obreros, haciéndoles cree que había desaparecido o muerto en una de las tantas redadas practicadas por los nazis.

 

 

Es ordenado sacerdote

 

A principios de 1945, Cracovia es liberada por los rusos de la ocupación nazi y el cardenal Sapieha abre de nueva cuenta el seminario donde Karol proseguiría luego sus estudios. Y pronto, el anhelo tanto soñado, se convertía en realidad: el 1° de septiembre de 1945, Karol Wojtyla se ordenaba sacerdote. Tenía 26 años de edad.

 

La situación de la post-guerra le obliga a trasladarse a Roma, pues los seminarios polacos habían quedado sin profesores. El padre Karol estudiaría Teología y otras disciplinas propias de su carrera religiosa. Aprendería con gran maestría el griego y el latín, aparte de otros idiomas más comunes como el italiano (por ser el idioma de casa); el francés, como un segundo idioma; y el inglés, por ser un idioma convencional.

 

Sus estudios y preparación le iban convirtiendo en un candidato a nuevos y más altos puestos dentro de la jerarquía eclesiástica por la que apenas iba escalando. Su facilidad de trato para con la gente, su amabilidad y su sonrisa, le permitieron ganar muchos adeptos.

 

Pero no sólo era su sonrisa, sino, además, su inteligencia. Un verdadero portento humano, que habla con facilidad y en forma fluida unos siete u ocho idiomas, entre ellos el polaco, el checo, el italiano, el francés, el alemán, el español y, de cierta forma el lituano y el ruso. El español habiéndolo aprendido en virtud de que la mayoría de los libros para su tesis eran en este idioma.

 

 

Catedrático y pastor de almas

 

Terminados sus estudios Karol regresa a su tierra, Polonia, y lo que encuentra -la novedad con la que se topa- es que los alemanes, los nazis, se habían ido; pero ¡los rusos se habían quedado! Y, claro, había habido elecciones, pero unas elecciones bastante dudosas.

 

Recibe entonces un encargo muy especial de parte del Cardenal Sapieha: obtener un doctorado en la Universidad de Cracovia, impartir clases y llevar a cabo un apostolado entre los estudiantes. Karol, entonces, cumple el encargo: se convierte en profesor ordinario de la Universidad de Cracovia y empieza a llevar a cabo un gran apostolado.

 

 

Una gran hermandad

 

El carisma de Karol ya se sentía desde entonces. El padre Wojtyla empezaba a dar clases, las cuales eran sumamente concurridas. Sus clases además de interesantes eran muy divertidas. Los alumnos le querían mucho. Le llamaban «Wuj Karol», que significa (del polaco al español) «Tío Karol».

 

La verdad es que nuestro personaje hacía de las suyas. Sabía cómo atraer la atención, animar a la gente, predicar con el ejemplo, enseñar de manera sencilla, sin ambages ni ataduras. Iba directamente al grano con la sencillez y dulzura que sólo la palabra de Dios puede dar.

 

Hablaba de la vida de Jesucristo, de la vida en la tierra, de los problemas cotidianos a los que nos enfrentamos, sin poner tanto recelo en las palabras como lo hacen otros y que llevan a tan malos entendidos.

 

Las exposiciones que el padre Wojtyla hacía eran muy amenas. Hablaba en un lenguaje sumamente entendible, no trataba de regañar o criticar por errores cometidos. Exponía el evangelio tal cual era. En cuanto a cosas de la vida cotidiana hacía bromas, chistes... Se trataba de estar entre los jóvenes, acercarse a ellos, saber sus inquietudes, hacerles meditar y darles consejos.

 

Y no sólo era en las aulas y salones de clase en donde se acercaba a los jóvenes. También le gustaba acercarse con ellos -e incluso los invitaba- a participar en excursiones y días de campo. Ahí todos se sentían en contacto con la naturaleza y más cerca de Dios. Se trataba de ser todo un cristiano (chrzescijanski, en polaco).

 

A veces caminaba varios kilómetros a fin de estar más cerca de sus feligreses y enfermos. Otras veces recorría largas distancias en tren, dormitaba en los vagones y a la mañana siguiente daba una plática en alguna ciudad distante, y ese mismo día se regresaba a su ciudad base. Era todo un peregrino.

 

 

Es nombrado Obispo Auxiliar

 

El 1° de julio Karol Wojtyla es nombrado obispo auxiliar de la ciudad de Cracovia. Tenía 38 años, convirtiéndose así en el prelado más joven de Polonia. Tenía mucho trabajo por delante y más se le estaba acumulando, pues el Arzobispo estaba muy enfermo. Fue una época difícil. Como Obispo auxiliar tuvo que luchar mucho por su diócesis. Pero todo esto le había valido la pena: había conseguido le reconocieran algunos derechos, entre ellos la edificación y construcción de templos.

 

 

Primero Arzobispo, luego Cardenal

 

Al morir el Arzobispo de Cracovia, el Cardenal Sapieha, Karol Wojtyla queda al frente de la arquidiócesis de este lugar. Primeramente como vicario capitular (1962), y más tarde, el 13 de enero de 1964, como Arzobispo titular, nombramiento hecho por el Papa Paulo VI.

 

Corría entonces, en Polonia, gran efervescencia religiosa. Celebraban los polacos el primer milenio de su conversión al cristianismo. Karol Wojtyla y los demás obispos invitan a Paulo VI a la clausura de los actos religiosos a celebrarse en el Santuario de Nuestra Señora de Czestochowa (lugar donde se encuentra la Virgen Negra, tan querida por el Papa -Juan Pablo II-) El Papa (Paulo VI) acepta la invitación, pero el gobierno polaco impide su visita.

 

No es sino hasta 1967 en que Karol Wojtyla es nombrado Cardenal. Muchos eran los méritos del joven prelado para recibir tal distinción. Su entrega a los jóvenes, su amor por los enfermos, los ancianos, los necesitados, los niños y los desamparados le valieron muchos votos. Era un hombre con corazón entregado totalmente al Señor.

 

 

De Cardenal a Papa

 

Antes que llegara al pontificado, el Cardenal Wojtyla recibiría una prueba de fuego. Se trataba de un encargo extraordinario: dirigir un cursillo de retiro para el Papa Paulo VI y sus más cercanos colaboradores. Monseñor Wojtyla lo lleva a cabo y con gran éxito.

 

Viene el deceso de Paulo VI, le sigue el Papa de la sonrisa, Albino Luciano, Juan Pablo I. Wojtyla ya le conocía y había declarado sobre él: «Estoy muy contento con él. Me encanta la Santidad del nuevo Papa, su originalidad y su sencillez...» Poco duraría su reinado, 33 días después Juan Pablo I moría víctima de un infarto al miocardio, el 28 de septiembre de 1978. Algunos dirían que había sido una conspiración.

 

 

Un Papa no italiano

 

Y de pronto sucedió algo que nadie se esperaba. Luego de 455 años de tradición continua, un Papa no-italiano llegaba a ser el Vicario de Cristo en la Tierra. Se trataba de un cardenal venido de tierras lejanas, de Polonia y cuyo nombre era Karol Wojtyla.

 

Y la verdad es que a todo mundo sorprendió su nombramiento. ¿Quién iba a pensar que un Cardenal proveniente de un país comunista llegaría a ser Papa? ¡El líder espiritual de poco más de 600 millones de católicos en el mundo! El humo blanco había salido de la chimenea de la Capilla Sixtina. La gente congregada en la Plaza San Pedro gritaba «¡Papa habemus!».

 

 

Juan Pablo II

 

El nombre que tomaría el nuevo Papa sería el de Juan Pablo II. Quería continuar con la tradición de sus predecesores y al mismo tiempo abrirse más al mundo, abrirse más a Cristo. Y tal vez ni él mismo haya pensado en que habría de ser elegido Papa, pero así fue. El Colegio Cardenalicio lo había elegido, y un Papa polaco gobernaba y orientaba con su luz a los católicos y a la gente de todo el mundo.

 

Así fue como se inició el Papa. El, Juan Pablo II, el que en sus primeros años de fe religiosa había pensado en convertirse en monje carmelita, aquel que en sus años de juventud, bailaba, reía, lloraba, pero también sufría. Un hombre que ha vivido y ha sabido ser fiel a sus principios. Un hombre que ha sabido acercarse a todos por igual sin hacer distinciones de clases, ideologías o principios de índole política.

 

Juan Pablo II, el peregrino de la paz, Sumo Pontífice y Vicario de Cristo. Aquél que ha llegado a los cinco continentes y conocido más de 80 países. Aquél que predica la buena nueva y nos enseña que hay que amarnos los unos a los otros: el representante de Dios sobre la Tierra, Karol Josef Wojtyla, Su Santidad el Papa Juan Pablo II.

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 12 de marzo de 1990.

 


 

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