Ven a mi mundo

 

Grandes Personajes

 

 

Adolfo Hitler

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Líder máximo del ejército nazi. Destacado dirigente que llegara a grandes alturas dentro del campo
de la política y del gobierno. Hombre de educación rígida que quiso alcanzar un quimérico ideal
luchar por una raza mejor. Excelente para algunos, nefasto para otros, la figura de este hombre
tiene hoy un sitio en la historia: Adolfo Hitler.

 

 

 

 

Los dictadores

 

Larga es la lista de dictadores que han dejado un triste recuerdo entre los pueblos y naciones que hoy los evocan a través de unos simples ídolos de barro; cuadros, estatuas, pedestales o figuras, representando a los algún día poderosos, hoy son simple recuerdo del pasado, y desdicha injusta, para otros.

 

Los personajes de la historia son así. Quienes ejercieron una fuerte presión o un fuerte dominio, hoy son recordados en simples escaparates de museos y en algunas cuantas páginas, tal vez muchas (dependiendo el caso), de innumerables libros, volúmenes y bibliotecas que hablan sobre historia.

 

Que haya sido Adolfo Hitler uno de los villanos más crueles que hayan existido, esto no deja que se le reconozca como uno de los más grandes líderes que haya tenido la humanidad. Su máximo ideal, el de la raza única, el de la raza suprema, ha sido motivo de innumerables polémicas, entre ellas, la de su propia personalidad. Quiso algo especial, tan especial que se perdió él mismo en la búsqueda.

 

 

Su biografía

 

Adolfo Hitler (Adolf Hitler) nació en Braunau, Alemania, el año de 1889, muriendo en Berlín el 30 de abril de 1945 (víctima de un supuesto suicidio). De cierta cultura (que en lo particular no creo fuera mucha, que digamos), Adolfo vivió los primeros años de su vida en las hermosas tierras austriacas.

 

Fue en Austria donde recibiera su primera educación. Inicialmente en Linz, donde comenzara sus primeros estudios, más tarde se traslada a Viena. Aquí reside un tiempo, aunque no tiene mucho éxito. Sus aspiraciones por entrar a la Academia de Bellas Artes queda truncada al recibir Adolfo por parte de los vieneses de ascendencia judía) un rotundo “¡No!”.

 

 

Hitler, un desertor

 

Desertor del ejército austriaco, Hitler se va a Munich en 1913 y un año más tarde es admitido como voluntario en un regimiento de infantería. Ahí aprende las primeras armas, lo que se llama la verdadera fuerza de la lucha: las armas, la destreza, la milicia, la inteligencia, la táctica y el don de mando.

 

Habiendo participado en la Primera Guerra Mundial, la experiencia y su destacada actuación le llevarían a ocupar nuevos y más altos cargos. Su primera distinción y una de sus máximas alegrías personales (algo que no cuentan sus biógrafos) fue la de haber sido ascendido a cabo. El simple hecho de ser ascendido a cabo fue motivo de alegría para él. Más tarde alcanzaría a obtener la preciada Cruz de Hierro.

 

 

Hitler en el movimiento político

 

Los pasos se estaban dando, la sangre iba floreciendo. Un nuevo hombre se estaba gestando. Así, en 1919, Adolfo Hitler se adhiere al Partido Obrero Alemán (DAP), grupo de extrema derecha, y pasa a ser el jefe de propaganda de dicho partido, dejando el ejército en 1920.

 

En 1921 es designado presidente del partido, el cual se transforma en el Nationalsozialistische Deutsche Arbeitpartei (Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán, conocido como el NSDAP), mejor aún, el partido nazi. Pronto buscaría el poder, pero fracasa.

 

 

En busca del poder

 

El prestigio de Hitler iba en aumento, se le veía como un líder nato. La situación se prestaba y es así como con la ayuda de Ludendorff, los nazis se organizan en grupos. Primeramente en Munich, luego en otros sitios.

 

Sus intentos de obtener el poder por la fuerza fracasan ante la oposición del ejército. Juzgado por alta traición, Hitler es condenado a cinco años de prisión en la fortaleza de Landsberg, donde dicta a su íntimo amigo, Rudolf Hess, su libro Mein Kempf (“Mi lucha”).

 

En este libro, obra autobiográfica, impregnada de antisemitismo, Hitler trata de vulgarizar las ideas y tesis del pangermanismo, el espacio vital, la selección racial y el extermino de las razas juzgadas inferiores.

 

Al salir de prisión, en diciembre de 1924, Hitler regresa a Munich y manifiesta estar dispuesto a conquistar el poder por la vía legal. Las consecuencias de la crisis de 1929 favorecen el auge político de Hitler quien cada vez se hace oír más.

 

 

Y Hitler va para arriba

 

Hitler estaba decidido a todo. Tenía arrojo, audacia, inteligencia... Le faltaba algo: recursos, dinero. Pero esto no fue ningún problema. Para obtener fondos para su campaña Hitler entra en contacto con grandes industriales (no siempre los más listos, aunque casi siempre los más voraces; de ahí por lo que el futuro Führer decidiese congraciarse y acercarse a ellos).

 

Se vienen las elecciones. Se trata de los comicios presidenciales. Hitler es derrotado en las elecciones de marzo de 1932, en Hindenburg, pero en julio de ese mismo año su partido alcanza 230 escaños en el Reichstag (algo así como la Cámara).

 

Pasa el tiempo. En 1933 Hitler es nombrado canciller formando un gobierno de coalición con los conservadores. El incendio del Reichstag (el recinto cameral) -quién sabe si intencionado- le sirvió de pretexto para obtener poderes especiales y entregarse a una brutal represión.

 

 

La represión

 

Tal parece como si ahora la fuerza bruta que había en Hitler se desatara de repente. Aquella huella que había en él, la de su fracaso por entrar a la Escuela de Bellas Artes, el ambiente judío de Viena, las clases inferiores a las que (por qué no decirlo) él mismo pertenecía, ese complicado sistema mental, tipo crucigrama, que tenía, lo hacen convertirse en más que un tirano: un cruel y verdadero asesino.

 

 

Hitler, la locura

 

La locura corría por sus venas, pero era la sangre de otros la que era derramada por las calles. El temor se apodera del pueblo. Unos le siguen, otros le huyen. Hitler lleva a una brutal represión. Se disuelven todos los partidos políticos. Se crean los campos de concentración. Los judíos deben ser exterminados. Asesinatos masivos son cometidos por el SS.

 

El ala radical del partido es sometida a una purga sangrienta (30 de junio de 1934) en la llamada “noche de los cuchillos largos”. A la muerte de Hindenburg (agosto de 1934), Hitler se nombra (se autonombra) Reichsführer y concentra en su sola persona las jefaturas del estado y del gobierno. Él era el dios, el único, el todopoderoso, el que todo lo sabía y todo lo podía.

 

 

El declive de Hitler

 

Hitler entraba en guerra. Las naciones pedían la retirada de los alemanes de zonas en conflicto. Hitler, por su parte, tenía la intención de ir más allá de los límites que la propia cordura debía imponer. Como parte de la propia historia, he de señalar que interviene en la guerra civil española (1936-1938), varios años después se anexiona Austria (1938). Más tarde Hitler se apoderaría de Checoslovaquia (1938-1939).

 

Pese a los éxitos iniciales que obtuvo, la capitulación de Francia, el reparto y vuelta al mismo reparto de Polonia, la situación no podía durar así mucho tiempo. Habría que haber otro valiente que se le pusiera enfrente. Ese alguien debió de tener un carácter más fuerte y firme que el propio Hitler. O, tal vez, fuesen los mismos elementos naturales y el propio pueblo los que hundieran a un simple y debilucho ídolo de hoja de lata como fue Hitler.

 

Hitler creía todo ganado, pero no tardó en darse cuenta que no todo tenía de su lado. Fracasó ante la tenaz resistencia de los ingleses. Luego, tras el ataque contra la Unión Soviética (junio de 1941), estableció su cuartel general en Prusia Oriental, dirigiendo él mismo todas las operaciones.

 

Hitler era un hombre valiente, aunque tal vez cobarde como para seguir viviendo y enfrentar un juicio de cara al mundo. Mientras tuvo el poder, él fue el rey. Luego, todo sería amargura. La catástrofe de Stalingrado (febrero de 1943) señaló el inicio del declive bélico alemán y sumió al Führer en una grave crisis nerviosa.

 

 

La derrota

 

Sus días estaban contados. En junio de 1944 sufre un atentado sin consecuencias. Tiempo después, recluido en la cancillería, en Berlín, y asediado por las tropas soviéticas, acentuó su megalomanía y se negó a aceptar la evidencia de la derrota. Sabía que estaba derrotado, pero no podía aceptarlo.

Hitler se casó el 29 de abril de 1945 con una bella mujer: Eva Braun. A través de ella se han podido recopilar infinidad de datos acerca de las características psicológicas de Adolfo Hitler, un hombre que en ciertos momentos daba la impresión de tener una personalidad esquizofrénica, patológica, a veces tierna. A veces infantil, a veces inaudita.

 

Un hombre que al día siguiente de su casamiento se suicidara, estableciendo con este dato que la fecha de su muerte fue el 30 de abril de 1945. La incógnita siempre quedará: ¿suicidio?, ¿asesinato? Sólo Hitler y Dios lo sabrán. Mientras tanto, he aquí un escrito insólito, casi inédito, un documento italiano que habla de una supuesta entrevista de Hitler con un excéntrico viajero.

 

 

La entrevista: “La otra cara de... Hitler”

 

Difícil sería saber si la supuesta entrevista con el máximo jerarca de los nazis sucedió o no. Lo cierto es que el verse ante aquel hombre del mechón caído sobre la frente era algo que hubiese valido la pena valorar en aquel tiempo como lo pudiera ser ahora. Hitler era un ídolo, un semidiós. Odiado por muchos, idolatrado por otros, el hombre de gesto altivo pareciese que estuviera dispuesto al diálogo.

 

A continuación parte de los conceptos expresados por Hitler a una persona que no pensó fuera periodista, aunque sí escritor. (Los entrecomillados son "palabras textuales" que se le atribuyen a Hitler).

 

“Yo soy un hombre de pueblo y conozco mejor que todos cuáles son los humores y rencores del pueblo. En los estados modernos el pecado dominante es la envidia, ya sea un Estado respecto a otro, ya sea de las clases entre sí de cada país. En las democracias, y a causa de la multiplicidad de cuerpos legislativos, de consejos y comisiones, los que mandan son demasiados, y sin embargo son demasiado pocos” -dice Hitler a su interlocutor.

 

En relación a las masas y el dominio Hitler indica: “La masa que se ve excluida, por eso mismo se siente atormentada por celos y envidias continuos. Si la suma del poder se concentra en manos de un solo hombre, entonces las envidias se atenúan y casi desaparecen. El campesino, el obrero, el empleado inferior, el comerciante modesto, todos ellos saben que deben obedecer, pero saben también que incluso sus amos de ayer, banqueros, políticos, demagogos, nobles, están sometidos lo mismo que ellos a ese poder único”.

 

En cuanto a su pensamiento político, entremezclando lo material y espiritual, Hitler pensando en alto decía: “La sociedad ideal debería estar formada por un pueblo de gentileshombres, de caballeros inteligentes, guiados por algún santo genial. Pero bien sabe usted -decía a quien se le acercó- que la honradez, la bondad y la inteligencia son muy raras y muy frágiles en todos los pueblos y en todos los tiempos".

 

“Sabe usted que los santos escasean, y que aún cuando los hubiera, difícilmente se dedicarían al gobierno de los pueblos” Y Hitler toma aliento y continúa: “Si el género humano hubiera sido transformado profundamente, no habría necesidad de gobernantes y mucho menos de amos de mi especie. Pero la sabiduría y la virtud de los sabios antiguos no logró cambiar a los hombres y al cabo de casi dos milenios tampoco ha podido hacerlo el cristianismo”.

 

“Los hombres han continuado siendo egoístas y feroces. Por eso, para domar a las fieras, se necesita de la magia verbal del encantador y, más que nada, del látigo domador. Las tribus humanas no se rigen con razonamientos ni con afectos. Se precisa excitar la fantasía e inspirar temor, como lo enseña tanto la historia antigua como moderna” -seguía explicando Hitler.

 

Luego, algo que habrá que analizarse, como cuando dice: “El animal hombre únicamente transige si se apela a su pasión de ser capaz y se le amenaza con privarle de la libertad y de la vida. No es culpa mía que la materia prima esencial de la política sea tan de baja calidad”.

 

“El triunfo de los dictadores es consecuencia de tres fracasos: de la filosofía, de la religión del capitalismo democrático, con sus ficciones, sus espejismos y sus envidias. Los filósofos, los sacerdotes y los parlamentarios condenan con gestos de horror a la dictadura, pero no se dan cuenta de que son ellos, precisamente, los principales responsables de lo que se llama tiranía. Si hubieran sido más capaces, más poderosos y más afortunados, yo no ocuparía este lugar”.

 

 

Acerca del manuscrito

 

Son solamente unos cuantos párrafos más de este viejo manuscrito, redactado en italiano, donde se asienta que fue en Berlín donde se realizó la entrevista. Un pequeño diario en que se dejan ver aspectos distintos de este personaje que causó conmoción en el mundo. Un hombre que a fuerza de entrega, inteligencia y arrojo llegó hasta donde llegó. Un dictador que con sus ideas o caprichos, sus locuras o aciertos dio un giro importante a la historia del mundo: Adolfo Hitler.

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 12 de febrero de 1990.

 


 

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