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Grandes Personajes

 

 

Cuauhtémoc

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Gran emperador de los aztecas. Excelente guerrero y gladiador. Monarca de

gran valor, entereza y auténtica nobleza. Forjador de un gran imperio que envuelto

en proezas, riquezas y sueños llevara a su pueblo al amor y defensa de su gran

ciudad, la gran Tenochtitlán. Emperador o Tlacatecutli que levara el nombre de:

Cuauhtémoc.

 

 

 

 

Lo que somos y lo que fuimos

 

Generalmemte olvidamos a aquellos que nos dieron vida, aquellos que nos dieron nuestras raíces, nuestros principios, nuestras creencias... Partimos de muchas ramas, las iniciales fueron las aztecas. Somos de barro y entre barro andamos, "arrieros somos y en el camino andamos". Venimos de muy lejanos lugares, tal vez del polvo o de los vientos. Influencias indígenas, indias y españolas. Mestizos, criollos, mulatos, mexicanos o españoles somos lo que somos. Ayer fue el ayer y su pasado; hoy es hoy, su presente y su pasado.

 

 

Los primeros gobernantes

 

¿Quién habría antes que nosotros? ¿Quién habría antes pisado nuestro suelo, vivido nuestras desgracias o saboreado nuestros triunfos? La historia, siempre callada no lo cuenta todo. Calla, meditabunda, como no queriendo entristecer a sus mulatos hijos.

 

Gobernantes van y vienen. Gobernantes vienen y se van. Los primeros pobladores, lo que se pudiera llamar "primeros pobladores", ni sus luces. Se sabe de los mexicas, de los totonacas (o totonacos), de los chimalpopocas, de los toltecas, de los tlaxcaltecas, de los otomís; pero, antes que ellos ¿quién?

 

Pero por algún día se tiene que empezar, es parte de la vida, parte de su absurdo o de su juego irónico. Tendríamos, por lo tanto, que hablar del Imperio Azteca, de los primeros gobiernos mexicas, desde la historia del legendario Huitzilopochtli, hasta Tenoch, importante jefe sacerdote. Luego vendrían la serie de los once señores mexicas, desde Acamapichtli, pasando, naturalmente, por Hutzilíhuitl, Chimalpopoca, Izcóatl, Moctezuma Ilhuicamina, Axayácatl, Tizoc, Ahuizotl, Moctezuma Xocoyotzin y Cuitláhuac, hasta llegar a Cuauhtémoc.

 

Los primeros gobiernos mexicas fueron teocráticos, después los regímenes tuvieron al mando caudillos militares. Al final, con Moctezuma II (Moctezuma Xocoyotzin), a un jefe supremo de un gran Estado, no a un tlatoani o un tecutli sino un tlacatecutli, Señor de Señores, quien reunía los poderes religioso, militar y administrativo.

 

 

Señor de Señores

 

Del náhuatl cuauhtli, águila, y de temoc, que significa baja, desciende, Cuauhtémoc quiere decir "águila que cae", "águila que desciende". Un águila soberana que cae suavemente, ("caer" en el sentido de descender, planear; no en el sentido de caer o derrumbarse o desplomarse abruptamente).

 

Cuauhtémoc, Señor de Señores, Emperador de todos los tiempos. Gran hombre y fiel guerrero, merecedor de los más altos honores y premios. Undécimo señor mexica que gobernara de 1520 a 1521 ese gran Imperio Azteca que tuviera por sede la Gran Tenochtitlán.

 

Hijo de Ahuizotl, sobrino de Cuitláhauc y de Moctezuma II, y, descendiente por línea directa materna de Netzahualcóyotl, Cuauhtémoc debió nacer hacia el año 1495 o 1496 en Tenochtitlán. Algunas fuentes señalan como su madre a Cuauyautitlali, una hermosa princesa chontal, mientras que otros aseguran que la madre de Cuauhtémoc fue Tlilalcápatl, conocida también -según escritos- como Tiyacapatzin, una noble princesa tlaltelolca.

 

 

La vida de Cuauhtémoc

 

La vida de Cuauhtémoc es fuerte y dura. A los 15 años, Cuauhtémoc (o Guatimotzin, como también se le conoce), ingresa al Calmécac, colegio destinado a la nobleza, una escuela guerrera, donde aprende el valor de la fortalece y del espíritu. Aquí se le instruye y ejercita en las disciplinas del cuerpo y del espíritu.

 

Aprende a endurecer su cuerpo en las prácticas más severas: duerme en el suelo para mortificarse la carne, duerme a pleno sol para soportar el sudor, el calor y el sufrimiento. Guarda y padece ayuno, y permanece en vigilia para observar el tránsito de las estrellas.

 

Cuauhtémoc es inteligente y aprende con gran rapidez. Su padre y sus maestros le inician también en los secretos de la religión. Le inducen en la astronomía y en la ciencia del calendario. Pasan los días, pasan los años y Cuauhtémoc se convierte en un gran hombre y gran guerrero.

 

No se conocen a ciencia cierta las batallas, de la época de Moctezuma Xocoyotzin, en que Guatimotzin haya participado para alcanzar el grado de "tlacatecuhtli", o sea, jefe supremo; pero se cree debió acompañar al ejército azteca en sus incursiones por el sur, lo mismo que en las guerras de Tlaxcala.

 

 

Cuauhtémoc

 

Era señor de Tlaltelolco y en 1520 sucede en el gobierno mexica a su tío Cuitláhuac, quien había muerto, a fines de diciembre, a consecuencia de viruela, enfermedad traída por un enfermo negro, de esos que venían en la expedición de Narváez.

 

Es, en realidad, hasta febrero de 1821, cuando Cuauhtémoc asciende realmente al poder. Su coronación se efectúa sin fiestas, sin mucho alboroto u ostentación. Sólo se sacrificaron algunos prisioneros que quedaban de La Noche Triste.

 

 

Las batallas

 

En junio de 1520 Pedro de Alvarado, que había quedado al frente de la guarnición de Tenochtitlán, arremetió contra los indios nobles que, reunidos en la plaza mayor, celebraban una ceremonia especial. Alvarado consumó una cruel y bárbara matanza, al estilo de lo que estaba acostumbrado otro asesino como lo era Cortés.

 

Este hecho provocó la indignación popular. ¿Quiénes eran los españoles para intervenir en sus asuntos y ceremonias religiosas? ¿Se burlaban, acaso? La sublevación popular se da. Los mexicanos atacan a los españoles. Cuauhtémoc, al frente de un ejército, avanza desde Tlaltelolco, arrolla a Ordaz que le sale al paso. Cuauhtémoc triunfa y logra, así mismo, desbandar totalmente a la tropa de Cortés.

 

 

El gobierno de Cuauhtémoc

 

Al asumir Cuauhtémoc el poder, su primera acción fue defender la ciudad de México del ataque de los españoles, que se fortalecían en Tlaxcala. Cortés quiere derrocarlo, más tarde mandaría asesinarle. Cortés lo quiere todo, urde su plan y hace alianzas con varios grupos de descontentos indígenas, entre ellos pueblos totonacos y tlaxcaltecas.

 

Cortés con sus aliados, acompañados de miles de guerreros de pueblos aliados avanzan hacia la gran ciudad. El joven Cuauhtémoc inicia la defensa; Cortés, el ataque. Inicia la lucha y la verdadera historia del pueblo de México se va escribiendo.

 

 

El ataque a la "Gran Tenochtitlán"

 

Rudo fue el ataque a la ciudad. Pueblos muy importantes se habían unido a Cortés con la esperanza de liberarse del yugo de los tenochcas. Miles de soldados avanzaron hacia la captura de la urbe azteca. Cuauhtémoc, enterado de que Cortés quería poner sitio a Tenochtitlán organizó su ejército, preparó al pueblo, ofreció quitar los tributos a los vasallos, hizo salir de la ciudad a los inútiles, fortificó la plaza, destruyó los puentes y mandó construir y armar cinco mil barcas.

 

Cuauhtémoc hizo una defensa heróica de su ciudad. Defendió palmo a palmo su terreno. Defendió su posición con lo más que pudo. Perdida la parte sur, se concentró en Tlaltelolco, donde opuso gran resistencia, aunque tuvo que ceder, finalmente, ante la fuerza del enemigo.

 

No se podía más. Cuauhtémoc combatió y luchó valientemente. Luego de más de tres meses, los aztecas lloraban su derrota. Las fuerzas imperiales habían defendido tenazmente sus posiciones durante 75 días, del 30 de mayo al 13 de agosto de 1521. Cuauhtémoc y sus hombres se habían reducido al islote de Tlaltelolco.

 

Cuauhtémoc había resistido heróicamente. A pesar del hambre y la superioridad numérica, a pesar de no contar con suficiente agua (Cortés había mandado cortar el acueducto), a pesar de muchas cosas, Cuauhtémoc había defendido cuantas posiciones había podido. Era hora de la partida, era la hora del adiós.

 

 

Cuauhtémoc huye

 

Habiendo rechazado cuantas proposiciones de paz le había hecho Cortés y al verse finalmente derrotado, el emperador no tiene más remedio que escapar. Es por eso que, en último instante, Cuauhtémoc trata de poner a salvo a su familia, embarca en una piragua, otros más en frágiles canoas. Cuauhtémoc es finalmente apresado.

 

Es el 13 de agosto de 1521. Cuauhtémoc y los suyos son hechos prisioneros. Un bergantín, al mando de García Holguín apresa al fiero emperador azteca. Este es llevado ante la presencia de Cortés. Ahí estaba Malinche. Los tres se ven. El pensamiento de Cuauhtémoc invade su corazón. Tiene que expresarse y se dirige a la Malinche.

 

La Malinche escucha, no tiene nada que decir. Lo había traicionado. Desde hacía tiempo se había entregado a las garras de un asesino, Cortés. Entonces Cuauhtémoc dice: "Malinche, he hecho lo que estaba obligado a hacer en defensa de mi ciudad, mi pueblo y mis vasallos y no puedo más. Pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma luego ese puñal que tienes en la cintura y mátame con él".

 

Malinche quedó impávida. No sabía que decir. Miraba a los ojos de Cortés quien recibió al joven Cuauhtémoc con toda clase de amabilidades. Cortés lo abraza y le ofrece toda clase de seguridades para él y su familia. Cuauhtémoc, inteligente y comprendedor del torcido corazón del conquistador, sabía que éste nunca cumpliría.

 

 

Cuauhtémoc sigue con vida

 

El depuesto emperador de los aztecas es trasladado a Coyoacán por órdenes de Cortés y se le deja el encargo de ver por la ciudad de México. Dispone la salida de los sobrevivientes para que no mueran de hambre, sumidos entre el fango y la peste causada por los miles de cadáveres que sembraban la ciudad.

 

Por orden suya, por orden de Cuauhtémoc, se arregla el acueducto a Chapultepec, se limpian las calles, se entierran a los muertos y se inicia la reconstrucción de la gran ciudad. Terminada la guerra los soldados exigen a Cortés que se reparta el botín. ¿Cuál? ¡Si ya estaba todo deshecho...!

 

Se corre el rumor de que Cortés se había puesto de acuerdo con Cuauhtémoc para quedarse con el tesoro. Esto los soldados españoles no lo podían permitir. Cortés corre el riesgo de que se le revierta el problema, pero pronto halla salida.

 

 

El Tormento de Cuauhtémoc

 

¿Dónde estaría el tesoro? Los españoles querían saberlo. Estaban seguros que Cuauhtémoc y Cortés se habían puesto de acuerdo para ocultar el tesoro. Por eso, el capitán Julián de Alderete (o Aldrete) le pide cuentas a Cortés, le pide que le aclare. Cortés no quiere dar explicación alguna, no quiere rendir ni prestar cuentas. No le conviene.

 

Aldrete culpa entonces a Cuauhtémoc y a Tetlepanquetzal, señor de Tacuba, de que ocultaban el oro y el tesoro de Moctezuma. Obtiene el permiso de Cortés para que se les aplique el suplicio y tormento máximo. Cuauhtémoc y Tetlepanquetzal, ambos, son atados a un tronco. Es entonces cuando el propio tesorero Aldrete aplica aceite hirviendo en los pies de Cuauhtémoc a quien le pide que confiese dónde había ocultado el tan preciado tesoro.

 

Cuauhtémoc calla y soporta estoicamente dicho tormento, mientras que el señor de Tacuba no puede más. Así, mientras que Cuauhtémoc sufre con inquebrantable serenidad, el señor de Tacuba rompe con gritos el silencio. Se queja y Cuauhtémoc le hace una pregunta "¿Estoy yo acaso en un lecho de rosas? ¿Estoy acaso yo en el más delicioso de los baños?"

 

Sin embargo, al final de cuentas, ambos aguantan. Luego, los verdugos, al ver la inutilidad de esta crueldad, los retiran del tormento, como consecuencia del cual, dicen algunos historiadores, muere Tetlepanquetzal, el señor de Tacuba. Sin embargo, y por muchas y muy obvias razones, la culpa de este crimen recae sobre el conquistador Cortés.

 

 

Los últimos años de Cuauhtémoc

 

Pasan los años. Cuauhtémoc sigue prisionero. Los dolores pasan, los años y cicatrices producidas por el tormento desaparecen. Muchas cosas cambian, pero la fe inquebrantable de este gran hombre continúa. Algunas cosas varían, otras desaparecen. Cuauhtémoc acepta ser bautizado con el nombre de Fernando de Alvarado y su esposa toma el nombre de doña Isabel Moctezuma.

 

Cortés, mientras tanto, emprende una expedición a las Hibueras (Honduras), para castigar a Cristóbal de Olid, que se le había sublevado. Es 1524. Cortés lleva consigo a Cuauhtémoc por temor a que éste, en su ausencia, en caso de quedarse en la capital, provocase una rebelión.

 

Cortés no quiere problemas, lo lleva consigo. La expedición pasa por los hoy actuales estados de Veracruz y de Tabasco; con muchos percances, hambre, enfermedades y peligros. No se podía avanzar. Cortés ya no podía, sentía, a veces, que le faltaban fuerzas. No podía caminar, sus piernas, sobre todo la derecha, le flaqueaban.

 

Hay que recordar que Cortés, aparte de ser asesino era cojo. Cojera que le había venido de sus años mozos, cuando por andar de aventurero enamorado había caído de una barda, fracturándosele la pierna derecha, cojera de la cual, aunque ligera, nunca se pudo reponer.

 

 

La muerte, asesinato o ahorcamiento de Cuauhtémoc

 

No obstante, así, en los primeros días de febrero de 1525, Cortés y sus hombres llegan a un punto llamado Acallán (Alcalá). Los chismes y rumores llegan nuevamente a los paranóicos oídos de Cortés. Los caciques del lugar y otras personas le dicen a éste que Cuauhtémoc, viendo el estado en que se encontraban los españoles y viendo la debilidad y su cojera, tramaba con los suyos una conspiración a fin de darle muerte y tratar de recuperar el trono de Tenochtitlán.

 

Hechas algunas averiguaciones no muy claras, Cortés toma por serio todo (y pudiese ser que así fuera) y Cuauhtémoc es condenado a muerte junto con otros de sus compañeros. La fecha: 26 de febrero de 1525. Cuauhtémoc es ahorcado. Un crimen que mereció la reprobación no sólo del rey y de la Corona de Castilla, sino de los mismos soldados españoles.

 

 

Bernal Díaz del Castillo

 

Bernal Díaz del Castillo, ese gran historiador de la conquista cita que Cuauhtémoc, cuando iba ser ahorcado en una gran ceiba, el árbol sagrado de los mayas, dijo a Cortés: "¡Oh capitán Malinche!, días había que yo tenía entendido y había conocido en tus falsas palabras que esta muerte me habrías de dar; pues yo no me la di cuando me entregué en mi ciudad de México, ¿por qué matas sin justicia? ¿por qué matas sin piedad? ¡Ay, Cortés, Cortés! ¡Pobre de ti! ¡Dios te lo demande!".

 

Cuauhtémoc fue ahorcado. Cortés no dijo nada, bajó los ojos, dio la orden y el gran señor de los aztecas fue elevado al cielo. Un águila que había caído suavemente del firmamento ahora surcaba nuevamente el cielo. Él había sido el gran señor de señores, el gran Tlacatecutli, el gran ¡Cuauhtémoc!

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 28 de agosto de 1989.

 



 

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