Ven a mi mundo

 

Grandes Personajes

 

 

Alejandro Casona

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Escritor español de gran renombre. Uno de los autores de teatro hispano de

mayor éxito que ha tenido sin duda España en el presente siglo. Autor que en

sus obras mezcla lo poético, lo real, lo filosófico, lo cotidiano y lo religioso.

Figura de renombre que dio en llamarse Alejandro Casona

 

 

 

 

La vida y la costumbre

 

La vida está llena de costumbres y las costumbres son las que dan estilo, forma y color a la vida misma. Caminamos por el mundo cruzando mil veredas (el "mil" es un simple número ficticio, como ficticia puede ser la vida misma); andamos por las rutas de la alegría, la desventura, la razón y la sinrazón.

 

Vemos lo tibio, lo frío o lo ardiente de las cosas. Palpamos sentires, vivimos experiencias y nos enfrentamos a más de una o que otra gloria o desventura. Vamos aprendiendo de las cosas y se va forjando en nosotros una personalidad. Algunos la explotarán; otros, en cambio serán explotados, vencidos o sacrificados.

 

Habrá quienes triunfen y se den a conocer, algunos más permanecerán en el anonimato. Algunos podrán ser conocidos, mas no felices. Otros tendrán lo muy suyo y dejarán una huella de amabilidad, dulzura, poesía, nostalgia, filosofía y pensamiento. Casona fue uno de ellos. Casona fue uno quien dio fe y valor a su pensamiento, a lo real, a lo imaginario y a lo sobrenatural.

 

 

Alejandro Casona

 

La vida da giros, da vuelcos y no siempre las cosas que se saben o se conocen son tal como parecen o como supuestamente son. El nombre de Alejandro Casona a muchos les dice mucho y a otros les dice poco. También, y es a lo que voy, es que el verdadero nombre de este escritor fue Alejandro Rodríguez Álvarez.

 

Para quien guste de seguir empleando o llamándole por su nombre usual, Casona, Alejandro nació en Basullo, pequeño pueblo de la provincia de Asturias el año de 1903, siendo la fecha exacta un 23 de marzo. Su familia, sin poseer propiamente un título de nobleza, era, desde hacía muchas generaciones, la principal del pueblo.

 

Poco a poco, los habitantes de este sitio les fueron conociendo como “los de la casona” (algo así como si dijéramos “los de la huerta”, “los del carro”, “los del Mustang negro”, “los de la esquina”). Más tarde esto dio origen al seudónimo el joven Alejandro empleara al firmar sus escritos literarios.

 

 

La explicación de Casona

 

Alejandro Rodríguez Álvarez era un modesto maestro de escuela que no utilizara el apellido Casona sino hasta el año de 1933 cuando su comedia, “La sirena varada” ganara el Premio “Lope de Vega”, en Madrid, ese mismo año. La obra sería estrenada al año siguiente, el 17 de marzo de 1934, en el Teatro Español. La representación, huelga decir, fue un éxito. Su nombre empezaba a ser conocido.

 

Su primer libro, editado en 1926, “!El Peregrino de la barba florida”, apareció con su auténtico nombre: Alejandro Rodríguez Álvarez. De ahí a que, volviendo a lo de su verdadero nombre, muchos se preguntaban (incluso muchos ahora ni siquiera saben o sabían que este no fuera su apellido), ¿por qué Casona? Y él mismo lo explica: “Nací y me crié en una vieja casona solariega que, por ser la más grande de la aldea, es llamada por todos la casona. Es frecuente en las aldeas (donde, por ser casi todos parientes, los apellidos se repiten mucho) distinguir a las familias por el lugar que habitan: así se dice “los de la Fuente”, “los del Valle” y, en mi caso, “los de la Casona”... Decidí entonces adoptar este seudónimo, que he empleado desde entonces y que ha llegado a substituir a mi apellido, incluso en la vida de relación” -comentaba Casona.

 

 

El Alejandro Rodríguez

 

La anterior historia, relato, reseña o “entrecomillado” está tomada de un preámbulo al libro Nuestra Natacha, comedia traducida y publicada al inglés, en 1947, bajo el nombre de una casa editora de Nueva York. Ahí él explica, mediante una carta, lo de su verdadero nombre, el Alejandro Rodríguez que fue y el Alejandro Casona en que se convirtió.

 

Una vez, estando en México, para la presentación de una de sus comedias, Prohibido suicidarse en primavera, alguien, por algún motivo, andaba buscando al señor Rodríguez (Alejandro Casona); como nadie conocía al “tal Rodríguez”, le dijeron que ahí no estaba. Más tarde supieron que ambos, eran la misma persona.

 

 

Los primeros años

 

Hijo de don Gabino Rodríguez Álvarez y de doña Faustina Álvarez García, Alejandro vivió hasta la edad de cinco años en la vieja casona que todos conocían. Ahí fue dando paso a la ilusión acrecentada de un niño pueblerino que empieza a establecer un contacto entre la realidad y la fantasía, entre la belleza natural y lo sobrenatural.

 

Hasta a edad de diez años vivió con su familia en Villaviciosa, pequeñito pueblo de España situado muy cercano a la ciudad de Guadalajara. Más tarde pasó al Instituto Jovellanos, en Gijón, cursando ahí los primeros años del bachillerato, que continuó después en el Instituto de Murcia y la Universidad de Oviedo.

 

 

Alejandro Rodríguez en Murcia

 

Aquí en Murcia se despertaría definitivamente su vocación por el teatro. De aquí nacería su afición por las lecturas, por la práctica de la representación escénica; el llevar teatro, junto con un grupo de compañeros, a las clases populares; el ir a aldeas y comarcas en busca de mejores encuentros.

 

Murcia le gustó. Encontraba aquí un ambiente grato. Se había fundado aquí el Conservatorio de Música y Declamación, a donde ingresó ese joven que se llamaba Alejandro Rodríguez Álvarez, quien deseaba estudiar arte dramático. Más tarde, este mismo joven, se inscribiría en la Facultad de Filosofía y Letras. Alejandro permanece en este lugar hasta 1922, cuando se traslada Madrid, a fin de inscribirse y cursar la carrera de maestro. Lo hace en la Escuela Superior del Magisterio, donde conocería y se enamoraría de una mujer quien luego sería su novia, su esposa y compañera: Rosalía Martín Bravo.

 

 

Casona convirtiéndose en maestro

 

Casona había recibido en 1934 el Premio Nacional de Literatura, que el gobierno le otorgara por su libro de lecturas infantiles Flore de Leyendas. Un libro en el que, sin perder su poesía, las leyendas más hermosas de la humanidad se ponen al alcance de las mentes de los niños.

 

Casona era un enamorado de los niños. De ahí que recuerde el momento en que, habiendo cursado la universidad, y habiendo aplicado para la opción de maestro e inspector de segunda enseñanza, nuestro personaje tenía que enfrentar un examen de oposición.

 

Casona tenía que impartir clase ante los ojos del jurado. Entró, se sentó en el suelo, rodeado de los alumnos de la escuela, y les empezó a contar historias y leyendas edificantes y bellas, que al ser relatadas en un lenguaje tan simple, tan claro, tan directo y tan hermoso, tenía a los niños suspensos e impresionados. Está por demás decir que Alejandro ganó las oposiciones.

 

 

Las obras de Casona

 

Muchas son las obras importantes de Alejandro Casona, entre ellas: “Flor de leyendas”, “La sirena varada”, “La dama del alba”, “La barca sin pescador”, así como otros títulos, entre los cuales destacan: “Otra vez el diablo”, “Nuestra Natacha”, “El caballero de las espuelas de oro”, “Prohibido suicidarse en primavera” y, “Los árboles mueren de pie”.

 

Empezó su vida literaria como poeta. La flauta del sapo, publicada en México, en 1937, por el Instituto de Cultura Iberoamericano, es su obra más importante de este género, en aquel tiempo. Siendo maestro, ahí, en la región de los vascos, Alejandro muy joven empezó a sentir una verdadera vocación por el teatro.

 

 

Su primera pieza

 

Aunque comúnmente se considera su primera obra La sirena varada, se sabe que, aunque estrenada y dada a conocer primero, esta pieza no es la primera, sino la segunda de sus obras teatrales. La primera fue Otra vez el diablo, compuesta precisamente para grupos escolares. Más adelante seguirían las demás presentaciones con sus respectivos triunfos y éxitos.

 

La sirena varada fue estrenada en 1934 y correspondía al premio Lope de Vega que otorgaba el Ayuntamiento de Madrid. La obra se estrenó en el Teatro Español de esta ciudad en donde el autor estuviera presente para ver representada su obra por dos de las más grandes artistas de ese tiempo: Margarita Xirgu y Enrique Borrás, primerísimas figuras del teatro español.

 

 

El estilo de sus obras

 

De estilo muy propio, donde todo gira entre el amor y lo poético, entre la realidad y la fantasía, lo cabalístico y lo insospechable, la obra de Casona es digna de estudio. Sus obras han sido traducidas a muy diversos idiomas como lo son el inglés, el francés, el italiano, el alemán, el ruso, el checo y el finlandés.

 

Sus obras, como ya dije, tienen siempre una mezcla de poético y realidad, algo que gusta mucho a los auditorios, pues les proporciona la sensación de estar como presenciando hechos reales, cosas que podrían suceder, transportados, al mismo tiempo, a un ambiente y un lenguaje comprensible que dignifican al hombre y a sus hechos más cotidianos.

 

 

Aspectos y sentires

 

A veces poético, a veces simbólico, muchas veces elocuente y otras veces claudicante, Casona va más allá que los demás. Él escribe y habla sobre un mundo en que vivimos, un mundo creado por el hombre mismo, un mundo bajo, imperfecto, lleno de vilezas y crueldades. Un mundo donde el hombre, de hecho, paradójicamente, es su propio creador y víctima.

 

Casona entonces habla de los sueños del hombre, sus deseos, sus anhelos. Encuentra que el hombre quiere vivir, aunque a veces se refugie en fantasías, que en ocasiones son mil veces mejores que una cruel y aplastante realidad. Casona cree que el hombre no quiere que le destruyan esos sueños de realidad o fantasía, donde habla del Amor, de Dios y la Justicia.

 

Así por ejemplo, en La sirena varada, aparece una mujer desgraciada que prefiere seguir viviendo en medio de su locura, una locura hermosa para ella, a que le sea devuelta la razón, lo cual la arrojaría a un mundo sucio y lleno de vergüenza, el mundo de "los listos", aquellos que no sirven para nada. En los árboles mueren de pie se ve el sentido de la vida, la fe, la determinación a seguir viviendo y morir con un y por un ideal. Personajes que se muestran no como caracteres, sino como figuras vivas y palpitantes, vivas e ilusionadas que muestran un dualismo entre el ser y querer ser.

 

 

Casona y sus presentaciones

 

Casona hizo varias presentaciones de sus obras. Estuvo en diversos países hispanoamericanos, entre ellos, Chile, Paraguay, Brasil, Puerto Rico, Cuba, Argentina y México. Vivió un buen tiempo en nuestro país (México), pasando finalmente a radicar a Argentina, donde siguió escribiendo.

 

Entre sus presentaciones o asistencia a inauguraciones de sus obras destacan las de Madrid, México y Buenos Aires. En verdad todas sus obras tuvieron un éxito tremendo. En México sus piezas teatrales eran representadas por artistas de la talla de doña Prudencia Griffel y Miguel Maciá.

 

En épocas más recientes, por artistas de renombre y altura como Manolo Fábregas y Raquel Olmedo. Las puestas en escena alcanzaron un éxito rotundo. La mayoría de sus obras (Los árboles mueren de pie, La barca sin pescador, La sirena varada y La dama del alba), han sido adaptadas a la televisión, tanto por Manolo Fábregas y su hijo (Rafael Sánchez Navarro), como por otra actriz de nombre Nadia Haro Oliva.

 

 

Casona en Monterrey

 

Monterrey también fue visitado por Alejandro Casona. En aquel tiempo había buen teatro, como ahora también lo empieza a haber. Resulta que existía un grupo experimental de teatro, “El Núcleo de Arte Teatral”, que presentaba grandes e importantes obras de igualmente grandes y destacados escritores. Elisamaría era el nombre de esa artista regiomontana (quien aún vive, por el rumbo de la Colonia del Valle), la que invitó y platicó varias veces con Alejandro Casona.

 

Ambos eran más o menos de la misma edad y se cuenta que Casona era una persona finísima. Atento, elocuente, un hombre humano con muy buen sentido del humor. Fue en Monterrey, una de las principales representaciones de la pieza teatral “Los árboles mueren de pie”, presentada en el Teatro Florida. Otras obras más fueron estrenadas en lo que era el famoso Teatro María Teresa Montoya. Todas obras de Casona, bajo la dirección de Elisamaría.

 

 

Sus últimos años

 

Habiéndose retirado a vivir a Argentina. Casona seguiría escribiendo y publicando ahora artículos en los principales periódicos del continente. Realizó frecuentes viajes en los que aprovechaba para recibir nuevos triunfos y hacer nuevos amigos. Los que le conocieron siempre hablan y le recuerdan por su amabilidad, su trato, su afecto, su sencillez y su gran don de gentes.

 

Más tarde regresaría a España. Se sentía ya enfermo, era el año de 1962. Se cuenta que al llegar a su tierra dijo: "vengo a morir". Citaba una frase de “Los árboles mueren de pie”. Tres años más tarde, un 17 de septiembre de 1965 fallecería, a consecuencia de un paro cardíaco. Sus restos serían velados en la capilla ardiente que se instalara en el Teatro Lara, pocos días antes de haber estrenado su pieza Las tres perfectas casadas.

 

 

Casona: su persona

 

Persona que siempre le gustara hablar con los jóvenes y niños. Alguien para quien el mundo era la vida. Un autor, excelente comediógrafo quien entre sus últimos éxitos alcanzados estuviera La casa de los siete balcones, obra en que evoca a su querida y añorada Asturias. Alguien que siempre será recordado por su nombre (aunque éste, valga la redundancia), no haya sido su propio ni verdadero nombre: Alejandro Casona.

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 10 de julio de 1989.

 



 

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