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Grandes Personajes

 

 

Carlos V

 

Federico Ortíz-Moreno *

 

 

Rey y Emperador. Rey de España y Emperador de Alemania. Primer monarca

hispánico de la Casa de Austria. Dueño y poseedor de grandes dominios. Gran

señor de señores que diera su nombre, su estilo, su distinción y su linaje a diferentes

ramas de importantes casas europeas. Reconocido como un gran monarca, él fue:

Carlos V.

 

 

 

 

Los importantes

 

Sólo los importantes caben ser mencionados en esta sección. Sólo los grandes merecen ser destacados. Sólo los nobles, los reyes o artistas valen la pena ser reconocidos. Sólo los prohombres, las mujeres insignes y los grandes genios merecen ser traídos ante personas tan importantes como usted que es quien nos lee.

 

Los hombres, los verdaderos hombres, no se hacen en un sólo día. Es necesario que transcurra el tiempo para que los vaya madurando y hacer de ellos todo un verdadero personaje, alguien de quien hablarán o escribirán después. Una persona, un personaje y una leyenda que habrá de quedar grabada en la historia.

 

Los verdaderos héroes, los verdaderos artistas, escritores, científicos, nobles o guerreros son gente que luchó y vivió una época difícil. Son gente que vivió e hizo lo mejor para coronar sus grandes esfuerzos y sus más altos ideales. Gente que se acostumbró a no dejarse derrotar y hacer lo mejor de sí.

 

 

Los grandes de la nobleza

 

Son muchísimos los personajes que pudiéramos citar entre los más destacados dentro de la nobleza mundial. Así, entre éstos, pudieran estar algunos de los más grandes: Napoleón Bonaparte, Enrique VIII, Alejando Magno, Carlomagno, Luis XIV, Catalina de Aragón, Ana Bolena, María Estuardo, Catalina de Rusia, la Reina Victoria y la Reina Isabel.

 

Hoy toca dar pie a un gran personaje identificado con dos culturas completamente diferentes, la española y la alemana. Monarca, rey y emperador de uno y varios reinos. Conocido por su grandeza, lo mismo que por sus debilidades. Gobernó a su modo y a manera de indicaciones de sus allegados y consejeros. Su nombre fue Carlos V: Carlos I de España y Carlos V de Alemania.

 

 

Carlos I y/o Carlos V

 

Carlos I de España y V de Alemania nació en Prisenhof, en la provincia de Gante (Gent, en el idioma de la región de Flandes, Bélgica). Fue esta la primera patria de Carlos, quien viera primera luz en el año 1500. Aquél que sería rey de España de 1517 a 1556 y emperador de Alemania, en 1519.

 

Primer monarca hispánico de la casa de Austria, hijo de Felipe el Hermoso y de Juana la Loca, nieto, por línea paterna, del emperador Maximiliano y de la duquesa María de Borgoña, y, por línea materna, de los Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, Carlos sería pronto llamado a gobernar entre los grandes.

 

 

Sus primeros dictados

 

Declarado mayor de edad en 1515 (apenas había cumplido los quince años), el joven Carlos era nombrado archiduque haciéndose cargo del gobierno en Flandes. Luego, habiendo sido nombrado heredero por Fernando el Católico (en enero de 1516), Carlos se trasladó a España, al año siguiente (en 1517), siendo entonces ya reconocido como rey de Castilla.

 

Siguieron más tarde otros cargos y relaciones de mayor importancia. Así, al morir su abuelo Maximiliano de Habsburgo, quedó vacante el Imperio alemán. La gente se preguntaba quién sería el elegido. Por un lado estaba Francisco I de Francia, y, por otro, Enrique VIII de Inglaterra. Ambos se disputaban la corona imperial, pero había un tercero en discordia. El era Carlos I de España.

 

Carlos resultó “el mejor” de los candidatos. No se sabe si por ser realmente el mejor, o porque contaba con un gran respaldo económico. Lo que sí hay que apuntar es que la candidatura del joven Carlos se abrió paso gracias al apoyo económico dado por todo ese dinero aportado por el banquero de nombre Jacobo Fugger. Al final de cuentas fue el dinero y la habilidad de Carlos lo que le consagraran como Emperador de Alemania el 28 de junio de 1519.

 

 

Carlos I, su imperio y su reinado

 

El reinado de Carlos I se caracterizó por la consecución de la hegemonía mundial a lo largo del siglo XVI. Desde el punto de vista económico, su gobierno estuvo encaminado hacia la prosperidad. Se dice que hubo sus tendencias alcistas e inflacionarias, cosas que ya existían en aquellos tiempos y que no son necesariamente propias de nuestros días.

 

Su imperio tuvo como base geopolítica una cuádruple alianza o herencia: habsburgesa, borgoñesa, aragonesa y castellama. Habría sus problemas, eso así, pero al menos, en un principio, Carlos los sabría enfrentar y resolver. Más tarde, surgirían sus contrarios, pero de esto hablaremos posteriormente.

 

 

La unión cuatripartita

 

Presentábasele a Carlos I una situación difícil. Los diversos estados, unidos en la persona de él y regidos directamente por él mismo o por sus representantes, con el asesoramiento de Consejos y Audiencias especiales, conservaron sus propias leyes y tradiciones. Carlos deseaba un reino unido y sin problemas. Al principio lo lograría, aunque más tarde todo caería.

 

Carlos tenía una ideología definida. De ahí nacería la idea de una política imperial de unidad, una política e idea de unión, una idea nostálgica, o tal vez utópica de una Europa unida, una Europa firme, poderosa, cobijada bajo un solo manto. Ideas que quiso alentar, pero que toparon con la realidad de la vida misma.

 

 

Los reinados

 

Si deseáramos estudiar a grosso modo su reinado, pudiéramos dividir éste en tres períodos. El primero de ellos, de 1517 a 1529, dominado por el espíritu de la universalidad cristiana. El segundo de ellos, de 1529 a 1544, que contempló la restauración del Sacro Imperio romano-germánico. La tercera y última etapa, que transcurrió entre 1544 hasta el momento de su muerte, Carlos I ya casi ni residía en España, apartado de su verdadera tierra, Carlos I radicaba casi todo el tiempo en Alemania, estando altamente preocupado por los problemas políticos y religiosos de los germanos. Primeramente su reinado comenzó con una corta estancia en los reinos hispánicos (de septiembre de 1517 a mayo de 1520), tiempo durante el cual Carlos I actuó mediatizado por un séquito flamenco, aunque siempre respetando el orden constitucional impuesto y forjado por los Reyes Católicos.

 

 

Rumbo a Alemania

 

Más adelante, a fin de ser jurado, convocó cortes castellanas, en Zaragoza y catalanas, en Barcelona (esto, entre 1518 y 1519). Poco después vendría su elección imperial, marchando por tal motivo a Flandes y Alemania, aunque no sin antes dejar, previo a partir, una persona que ocupara su lugar. Carlos I nombró gobernador de Castilla a su antiguo preceptor Adriano de Utrecht, quien ya para entonces era cardenal. Pero, ausente Carlos I, sobrevino el alzamiento y la rebelión de los comuneros. Su derrota vinculó la nobleza con la monarquía, debilitando esto, definitivamente, las cortes castellanas.

 

 

La historia de Carlos V

 

Existe entre los héroes ciertos personajes de leyenda que en sus primeros años no son nada conocidos. De una personalidad tibia, calma o transparente, de repente se levantan y se avientan al mundo en pos de una empresa, en pos de una aventura y un destino. Personas o personajes que jamás pararán hasta conseguir su sueño, visión o ideal que de pronto surgiera en sus mentes.

 

Carlos V tuvo mucho de este tipo de héroes. Llamado a gobernar a los dieciséis años, aunque su desarrollo no había alcanzado el grado de madurez necesaria para asumir con éxito un cargo y responsabilidad de esta naturaleza, Carlos pronto tendría ese empuje que lo impulsaría y levaría a dominar un gran imperio. Durante un tiempo la gente le criticó por fiar, como su padre, demasiado de sus consejeros. Y esto continuó sucediendo por varios años. Sin embargo, pronto esto cambiaría.

 

La persona indecisa, sumisa, pendiente tan sólo de lo que le dijeran y aconsejaban, cambió su forma de ser. Ahora, él era quien tomaba sus propias decisiones. Esto le valió prestigio, honor y poder. Se dice que ningún ministro llegó a influir tanto ni tan poderosamente sobre sus juicios ya que él sobrepesaba cada uno de sus actos. Todo lo meditaba, no hacía nada precipitado. Sus decisiones eran maduras y esto a muchos sorprendía pues ya no era el Carlos de antaño, el niño y el joven que todo consultaba.

 

 

Los quehaceres de Carlos V

 

Era mucho el trabajo que tenía ante sí Carlos V. Un hombre con fortaleza que comenzaba a dirigir personalmente todas las negociaciones. Un rey que conducía él mismo sus ejércitos. Un gobernante que tan pronto estaba en España, como en Francia, en Flandes o Alemania.

 

Sus gestiones eran de orden pacífico. Algunas veces discutiendo con reyes, otras veces discutiendo con cardenales. A veces se le veía al frente de sus ejércitos, cruzando los Alpes, yendo hasta París o hasta Provenza y Roma. Otras ocasiones deteniendo marchas triunfales como las de Solimán y en otras ocasiones internándose hasta buscar el estandarte de la Media Luna en Argel, en los confines de África del Norte.

 

Carlos conocía bien el océano. Conoce mares, conoce el mediterráneo. Su búsqueda fue imparable. Un hombre de cabeza que deseaba poner todo en orden. Un hombre quien junto con sus navegantes descubre mares, conquista tierras y países. Un monarca envuelto en el torbellino de la búsqueda de nuevas glorias.

 

 

Su forma de gobernar

 

El emperador era un hombre de juicio, una persona que cavilaba lo que había que hacerse antes de actuar. Sabía observar bien a sus embajadores. Los tenía muy bien detectados. Sabía quiénes cumplían y quiénes se apartaban de sus lineamientos. A todos los tenía muy bien estudiados. Sabía las necesidades de sus pueblos, aunque por desgracia no siempre tuviese el dinero para solventar sus problemas.

 

Sus enemigos le consideraban un hombre abominable. Sabían que era sumamente astuto y que tarde o temprano caería sobre ellos. Carlos era un hombre que castigaba duramente; pero, antes de llegar a eso, toleraba mucho. Sabía llegar en el momento preciso, aunque algunos le criticaran que, en ciertos casos, hubiera podido haber actuado con mayor antelación.

 

 

Su personalidad

 

Carlos V fue un hombre lleno de quietud y moderación, lo bastante sociable para adaptarse a quienes diferían de él, pero lo bastante enérgico para mantener a muchos bajo su dominación. Un rey y emperador a quien se le ensalza por haberse sabido ganar la condescendencia de los Países Bajos. (De hecho, una región muy cercana a donde nació).

 

En Alemania encontró algunas diferencias, sin embargo siempre le respetaron. Tenía su propio estilo, y sabía adaptarse a las situaciones sociales y culturales en que pudiera involucrarse. Se hacía llamar a él mismo Carlos de Gante. Un hombre sencillo que no le importaba la lluvia para salir a desfiles y procesiones. Un hombre que miraba en alto y siempre con buenos ojos.

 

 

Un poco más acerca de su persona

 

Si bien ya sabemos que fue a la edad de dieciséis años en que Carlos fue llamado a gobernar, no fue sino hasta cinco años más tarde en que el joven pasara a afirmar su independencia. La verdad es que su desarrollo físico fue algo retrasado. Se dice, incluso, que hubo de darle alimentos especiales a fin de estimular su desarrollo y crecimiento.

 

No fue sino hasta los veintiún años en que en que empezó a brotarle la barba y mostrar signos de virilidad. Entonces empezó a cambiar. Empezó a aficionarse por la caza, la pesca la caminata y el andar a caballo. Era diestro en todas estas artes y nunca perdía (al menos, eso es lo que se cuenta).

 

 

Figura y vida

 

Se le retrata a Carlos V como un hombre inteligente y apacible. Un retrato con la boca cerrada, en imperioso gesto, con los ojos grandes y llenos de fuego. Poco a poco, este retrato iría cambiando a medida que pasaban los años. Carlos V ya no era el mismo. Los años habían pasado sobre él. El emperador intentaba recobrarse pero el peso de la vida era más fuerte que su designio humano.

 

A los treinta y seis años descubre frente al espejo las primeras canas. Intenta teñírselas, intenta pintárselas, pero todo resulta en vano. Los hilos blancos vuelven a brotar. A los cuarenta, siente que sus fuerzas declinan. Ya no tiene la confianza en sí mismo que antes tenía. Luego, le viene otro problema: su memoria. Se recuerda más bien de cosas y sucesos pasados, en vez de sucesos o acontecimientos recientes que debieran supuestamente estar más frescos en su memoria.

 

Por último, le sobreviene la gota, de la cual nunca más se repone. Entonces concentra sus placeres alrededor de los aposentos de su palacio. Carlos es ya un hombre triste. Acompañado, ya tan sólo y casi exclusivamente de su bufón, el emperador no tiene más remedio que reír o soltar una leve sonrisa de los malos chistes o payasadas del juglar. El bufón intenta hacerle reír, le pica las costillas, le hace gestos. Carlos ya no se ríe, y cuando lo hace más bien se ríe de su desgracia. El bufón, detrás de su silla, sale, salta y le hace gestos obscenos. Carlos V, sombrío, aleja y pierde su vista como encerrado en sus propios pensamientos. Su otro compañero, amigo inseparable y mayordomo mayor, le divierte también con sus agudas respuestas. Lo que hace Carlos V es burlarse de la vida. Todo es un fiasco, nada hay que tomar en serio. Es así como de vez en cuando, a trío (bufón, mayordomo y emperador) ríen de buena gana ante las locuras y travesuras de alguno de ellos.

 

 

Su muerte

 

Carlos V conservó hasta sus últimos días esa tendencia la melancolía y la soledad. La gota aparece con más fuerza. Esta le sube hasta la cabeza. El emperador no tiene ya fuerzas ni siquiera para abrir una simple carta. Los médicos le aconsejan que se vaya a Alemania, pero el estado cada vez más complicado de su enfermedad le obliga a permanecer en estas tierras.

 

Y es aquí donde finalmente muere, en Yuste (monasterio jerónimo de la provincia de Cáceres, en la propia España), entregado a la penitencia y la oración. La fecha de su muerte fue 1558. Antes, ya Carlos había procedido a la liquidación de su herencia adjudicando el legado habsburgués a su hermano Fernando (a quien en 1521 había cedido los estados patrimoniales de Austria), y los legados borgoñón, aragonés y castellano a su hijo Felipe (ya en posesión de Milán y Nápoles), disociando, así, de este modo, la casa de Habsburgo en dos ramas: la alemana y la española.

 

 

El Emperador

 

Hombre visionario y entregado a su misión. Poderoso rey convertido en monarca y emperador. Sus dominios fueron extensos como grande fue su deseo de tener un excelente imperio. Señor de señores, hombre de bien e importante personaje de todos los tiempos él fue Carlos V.

 

 

Artículo aparecido en el periódico “El Porvenir” de Monterrey, México, el 3 de julio de 1989.

 



 

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