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Santuario de Las Lajas *

 

 

 

 

Muy cerca de Pasto, Nariño: Un lugar hermoso para conocer

 

 

El Santuario de Nuestra Señora de las Lajas es un templo y basílica para el culto católico y veneración de Nuestra Señora de las Lajas situado en Ipiales, sur de Colombia y es destino de peregrinación y turismo desde el siglo XVIII.

 

El santuario está situado en el cañón del río Guaítara, en el corregimiento de Las Lajas del municipio de Ipiales, a siete kilómetros de la ciudad cabecera municipal, en el departamento de Nariño (Colombia) y a 10 km de la frontera con el Ecuador.

 

La ciudad más importante para llegar a Iipiales, es Pasto, la capital de Nariño. Para esto, usted puede tomar desde Bogotá algún avión de Avianca, una muy buena línea aérea Colombiana y muy pronto llegar su primer destino, que sería Pasto. De ahí, ya sea en auto o en autobús, un recorrido de algunos 78 kilómetros por carretera hasta Ipiales, el cual tal vez le lleve dos horas debido a que se topará con zonas montañosas de la cordillera andina.  

 

 

Aspectos arquitectónicos

 

La edificación actual, la cuarta desde el siglo XVIII, sustituyó una capilla que databa del Siglo XIX y es una iglesia de piedra gris y blanca de estilo gótico tardío del siglo XIV, compuesta de tres naves construidas sobre un puente de dos arcos que cruza sobre el río y que hace de atrio o plaza de la basílica uniéndola con el otro lado del cañón.

 

La altura del templo, desde su base hasta la torre es de 100 metros, y el puente mide 50 metros de alto por 17 metros de ancho y 20 metros de largo. El edificio principal mide 27.50 m. de fondo por l5 m. de ancho. En el interior, las tres naves están cubiertas con bóvedas de crucería. Tiene mosaicos en fibra de vidrio y en el día, su iluminación la da la luz que se filtra por los vitrales hechos por el italiano Walter Wolf.

 

 El fondo o ábside de las tres naves es el muro de piedra natural del cañón y en la nave central se destaca la imagen de la Virgen del Rosario pintada por un autor desconocido en una piedra laja. El basamento del templo propiamente dicho, además de los dos arcos de medio punto del puente, es una cripta de estilo románico, de tres naves cubiertas con bóvedas de cañón de estructura en piedra sillar y que está dedicada al Sagrado Corazón de Jesús.

 

En el exterior se destacan tres torres que terminan en agujas decoradas con grumos y frondas; ventanales, rosetones, arbotantes, contrafuertes y pináculos. Los muros que flanquean los accesos al santuario característicamente escalonados por la topografía del terreno, están llenos de exvotos y placas con agradecimientos por los favores recibidos, así como con aparatos ortopédicos para dar testimonio de curaciones.

 

 

Historia

 

El franciscano fray Juan de Santa Gertrudis, en su crónica del viaje entre 1756- 1762 por el sur del Reino de Nueva Granada, publicada en cuatro tomos con el título de “Maravillas de la naturaleza”, menciona el santuario en el libro III,2 siendo posiblemente la referencia más antigua de su existencia.

 

Posteriormente, monseñor Justino Mejia y Mejia, capellán del santuario entre 1944 a 1977, e historiador, nos refiere la historia actualmente aceptada y que cuenta como alrededor de 1754 la imagen de la Virgen del Rosario fue descubierta por una indígena llamada María Mueses con Rosa, su pequeña hija, cuando se dirigían de Ipiales a su casa en Potosí.

 

Al verse sorprendidas por una tormenta, María y su hija, buscaron refugio a la vera del camino entre las oquedades formadas por las piedras planas y anchas o losas naturales (lajas) inmensas que caracterizan esa zona del cañón del río. Para sorpresa de la madre, la niña que hasta ese momento era considerada sordomuda llama su atención con las palabras: "Mamita, la mestiza me llama..." señalando la pintura seguramente iluminada en forma sugestiva por los relámpagos.

 

Después de que las autoridades y los habitantes de la región comprobaran la verdad de los hechos, que fueron calificados como prodigio por las autoridades eclesiásticas el 15 de septiembre de 1754, el lugar fue convertido en una referencia para toda la comarca incluyendo el norte del Ecuador y se procedió a edificar el santuario cuya historia tiene cinco épocas bien definidas.

 

 

Santuario de Las Lajas: Una maravilla oculta en Colombia

 

Cuando hablo de templos religiosos con admirables construcciones arquitectónicas siempre menciono a la Sagrada Familia, Notre Dame, la Basílica de San Pedro, la Catedral de Santiago de Compostela, pero yo, personalmente reconozco que nunca incluí en la lista al Santuario  de Nuestra Señora de las Lajas, ubicada en el sur de Colombia, por desconocimiento. Es un templo de culto católico y veneración  a Nuestra Señora de las Lajas.

 

En el siglo dieciocho, en Colombia, María Meneses de Quiñones, que descendía de caciques indígenas solía caminar, un día del año 1754 cuando se acercaba a un puente, que está situado en un lugar de nombre LAS LAJAS se desató una tormenta. Muy asustada, la pobre indígena, se refugió en una cueva al lado del camino y sintiéndose angustiada y sola, comenzó a invocar a Nuestra Señora del Rosario, cuyo patrocinio se había hecho popular en la región gracias a los Dominicos.

 

Entonces, sintió que alguien le tocó la espalda y la llamó. Ella se volteó, pero no vio nada. Con gran miedo, huyó. Días después, María regresó  llevando en la espalda a su hijita Rosa, que era sordomuda. Cuando llegaron, ella se sentó a descansar sobre una piedra. No había terminado de acomodarse, cuando la niña se bajó de su espalda y comenzó a treparse en las piedras de la cueva, exclamando: "¡Mami! ¡Mami!, ¡Aquí hay una señora blanca con un niño en sus brazos!"

 

María estaba fuera de sí del espanto, pues era la primera vez que oía a su hija hablar. Y, más aún, no veía por ninguna parte las figuras que la niña describía. Muy nerviosa y con temor, colocó a la niña sobre su espalda y se fue. Allí les contó a parientes y amigos lo sucedido, pero nadie le creyó.

Una vez que María arregló sus asuntos en Ipiales, regresó a su casa en Potosí. Cuando llegó al sitio donde se hallaba la cueva, sin vacilar, pasó por el frente de la entrada, y entonces Rosa gritó: "¡Mami! ¡La señora blanca me está llamando!"

María no podía ver nada. Asustada en extremo, se apresuró a llevarse a la niña lejos de allí. Cuando llegó a casa, hizo el relato a sus amistades de lo que le había pasado. De esta manera, muy pronto la región entera supo del misterio de la cueva, la cual todos conocían, pues quedaba al pie de un camino muy transitado.

 

 

Aparición de la Virgen con el Niño Jesús

 

Unos días después, Rosa desapareció de su casa. María, angustiadísima, la buscó por todas partes, pero no la halló, hasta que su corazón de madre la hizo caer en la cuenta de que su hija debía haber ido a la cueva, pues a menudo decía que la mujer blanca la llamaba. Así pues, se apresuró a la cueva del Guáitara y se alegró muchísimo de que su corazón de madre no la había engañado. Vio a su hija arrodillada frente a la mujer blanca y jugando, cariñosa y familiarmente, con el niño, el cual había bajado de los brazos de su madre para permitirle a la niña disfrutar su divina y sublime ternura. María cayó de rodillas ante este hermoso espectáculo; había visto a la Santísima Virgen por primera vez.


Temerosa del menosprecio de sus parientes y vecinos, que no le habían creído lo que ya les había contado, María prefirió callar al respecto. Comenzó a frecuentar la cueva, y, poco a poco, la llenó de flores silvestres y velas de sebo, que su hija le ayudó a pegar en la vía de piedra.


Pasó el tiempo, y el secreto lo sabían sólo María y Rosa, hasta el día en que la niña cayó gravemente enferma y pronto murió. María, muy afligida, decidió llevar el cuerpo de la niña a los pies de la Señora del Guáitara. Allí le recordó a la Virgen todas las flores y velas que Rosa le solía llevar, y le pidió que le devolviera la vida.

 

 

Milagro asombroso

 

Sintiéndose presionada por la tristeza de las súplicas maternales que no cesaban, la Virgen Santísima consiguió de su Divino Hijo el milagro de la resurrección de la pequeña Rosa. Llena de alegría, María se fue a Ipiales. Llegó a las diez de la noche. Les contó a todos sus allegados la maravilla ocurrida.

 

Los que se encontraban ya durmiendo, se levantaron; hicieron que tocaran las campanas de la iglesia, y una gran muchedumbre se reunió frente a la iglesia de la villa. Ya estaba amaneciendo, y todos se dirigieron hacia la cueva. Llegaron al rayar el alba. A las seis de la mañana, se encontraban en Las Lajas. Ya no podía haber duda acerca del milagro; de la cueva brillaban luces extraordinarias. Allí, en la pared de piedra, se hallaba grabada para siempre la imagen de la Santísima Virgen.

 

 

El Santuario de Nuestra Señora de Las Lajas

 

El precioso santuario estilo gótico está edificado sobre el lugar del milagro en Guáitara, en los Andes colombianos, a 7 kilómetros de la ciudad de Ipiales y 11 kilómetros del puente de Rumichaca que une Colombia y Ecuador. Es un lugar de extraordinaria belleza escogido por la Madre para prodigar su amor. La Basílica también es una obra preciosa edificada sobre la pendiente del río. La imagen se encuentra en el punto central sobre el altar.


Cada 16 de septiembre, fecha de su aparición, millares de peregrinos acuden al santuario para honrar la Virgen y rezar junto con ella. Uno de los más populares benefactores del templo de las Lajas fue "el ciego Rivera", quien sin la luz de sus ojos recorrió campos, pueblos y ciudades mendigando dinero para comprar materiales con los cuales construirle el santuario a Nuestra Señora.

 

 

La voz misteriosa

 

En el siglo dieciocho, en Colombia, María Meneses de Quiñones, que descendía de caciques indígenas de Potosí, solía caminar la distancia de seis millas y un cuarto que separaban su villa de otra llamada Ipiales.

 

Un día de 1754, cuando ella se acercaba al puente encima del río Guáitara, en un sitio de nombre Las Lajas (las piedras planas y lisas), se desató una terrible tormenta. Muy asustada, la pobre indígena, se refugió en una cueva al lado del camino. Sintiéndose angustiada y sola, comenzó a invocar a Nuestra Señora del Rosario, cuyo patrocinio se había hecho popular en la región gracias a los Dominicos.

 

Entonces, sintió que alguien le tocó la espalda y la llamó. Ella se volteó, pero no vio nada. Con gran miedo, huyó a Potosí. Días después, María regresó a Ipiales, llevando en la espalda a su hijita Rosa, que era sordomuda. Cuando llegaron a la cueva del Guáitara, ella se sentó a descansar sobre una piedra. No había terminado de acomodarse, cuando la niña se bajó de su espalda y comenzó a treparse en las piedras de la cueva, exclamando: "¡Mami! ¡Mami!, ¡Aquí hay una señora blanca con un niño en sus brazos!"

 

María estaba fuera de sí del espanto, pues era la primera vez que oía a su hija hablar. Y, más aún, no veía por ninguna parte las figuras que la niña describía. Muy nerviosa y con temor, colocó a la niña sobre su espalda y se fue para Ipiales. Allí les contó a parientes y amigos lo sucedido, pero nadie le creyó.

 

Una vez que María arregló sus asuntos en Ipiales, regresó a su casa en Potosí. Cuando llegó al sitio donde se hallaba la cueva, sin vacilar, pasó por el frente de la entrada, y entonces Rosa gritó: "¡Mami! ¡La señora blanca me está llamando!"

 

María no podía ver nada. Asustada en extremo, se apresuró a llevarse a la niña lejos de allí. Cuando llegó a casa, hizo el relato a sus amistades de lo que le había pasado. De esta manera, muy pronto la región entera supo del misterio de la cueva, la cual todos conocían, pues quedaba al pie de un camino muy transitado.

 

 

Aparición de la Virgen con el Niño Jesús

 

Unos días después, Rosa desapareció de su casa. María, angustiadísima, la buscó por todas partes, pero no la halló, hasta que su corazón de madre la hizo caer en la cuenta de que su hija debía haber ido a la cueva, pues a menudo decía que la mujer blanca la llamaba. Así pues, se apresuró a la cueva del Guáitara y se alegró muchísimo de que su corazón de madre no la había engañado. Vio a su hija arrodillada frente a la mujer blanca y jugando, cariñosa y familiarmente, con el niño, el cual había bajado de los brazos de su madre para permitirle a la niña disfrutar su divina y sublime ternura. María cayó de rodillas ante este hermoso espectáculo; había visto a la Santísima Virgen por primera vez.

 

Temerosa del menosprecio de sus parientes y vecinos, que no le habían creído lo que ya les había contado, María prefirió callar al respecto. Comenzó a frecuentar la cueva, y, poco a poco, la llenó de flores silvestres y velas de sebo, que su hija le ayudó a pegar en la vía de piedra.

 

Pasó el tiempo, y el secreto lo sabían sólo María y Rosa, hasta el día en que la niña cayó gravemente enferma y pronto murió. María, muy afligida, decidió llevar el cuerpo de la niña a los pies de la Señora del Guáitara. Allí le recordó a la Virgen todas las flores y velas que Rosa le solía llevar, y le pidió que le devolviera la vida.

 

 

Milagro asombroso

 

Sintiéndose presionada por la tristeza de las súplicas maternales que no cesaban, la Virgen Santísima consiguió de su Divino Hijo el milagro de la resurrección de la pequeña Rosa. Llena de alegría, María se fue a Ipiales. Llegó a las diez de la noche. Les contó a todos sus allegados la maravilla ocurrida.

 

Los que se encontraban ya durmiendo, se levantaron; hicieron que tocaran las campanas de la iglesia, y una gran muchedumbre se reunió frente a la iglesia de la villa. Ya estaba amaneciendo, y todos se dirigieron hacia la cueva. Llegaron al rayar el alba. A las seis de la mañana, se encontraban en Las Lajas. Ya no podía haber duda acerca del milagro; de la cueva brillaban luces extraordinarias. Allí, en la pared de piedra, se hallaba grabada para siempre la imagen de la Santísima Virgen.

 

 

El Santuario de Nuestra Señora de la Lajas

 

El precioso santuario estilo gótico está edificado sobre el lugar del milagro en Guáitara, en los Andes colombianos, a 7 kms de la ciudad de Ipiales y 11 kms del puente de Rumichaca que une Colombia y Ecuador. Es un lugar de extraordinaria belleza escogido por la Madre para prodigar su amor. La Basílica también es una obra preciosa edificada sobre la pendiente del río. La imagen se encuentra en el punto central sobre el altar. Cada 16 de septiembre, fecha de su aparición, millares de peregrinos acuden al santuario para honrar la Virgen y rezar junto con ella.

 

 

 

 

Música de fondo: “Ave María”, tema de Gounod.

 

 

Fuentes varias, principalmente Wikipedia y Turismo Colombia.  

     

 


 

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