Ven a mi mundo

 

  De aquí y allá     

 

 

La historia de Anaís visitando al Dr. Peoresnada (2) *

 

 

 

 

Federico Ortíz-Moreno, L.Ps.

 

 

Capítulo 2

 

En el capítulo anterior nos habíamos quedado en que después de un alegato entre el Dr. Peoresnada y una linda señora de nombre Anaís, quien fue a consultar al mencionado galeno por ciertos problemas relacionados a dolores en su cuerpo, dichos personajes fueron interrumpidos por la asistente del doctor quien le dijo a su jefe que el tiempo de consulta había terminado.

 

ANAIS: Pero, doctor, ¡cómo es posible! Si ni siquiera le he consultado y ya me está corriendo diciendo que el tiempo de consulta ya terminó.

DR. PEORESNADA: Mi estimada señora, mi tiempo es muy preciado para mi. Y realmente no estoy aquí para escuchar reclamos, estoy aquí para consultar, o más bien, para que no se preste a malas interpretaciones, para dar consulta y atender a la gente. Y a usted, ya la atendí.

 

ANAIS. Pero, doctor, usted ni siquiera me ha visto. Vaya pues, ni siquiera me ha tomado el pulso.

DR. PEORESNADA: Claro que no le he tomado nada. ¿Como quiere que le tome algo, si usted sólo se la pasa discutiendo? Así yo no puedo atender a una persona

 

ANAIS: ¡Si será usted imbécil! Llevo más de media hora tratando de exponerle mi problema y usted no me escucha. ¡Vaya, ni siquiera me entiende!

DR. PEORESNADA: ¿Y cómo quiere que le entienda si ni siquiera me dice usted qué es lo que tiene?

 

ANAIS. Pues a eso venía precisamente yo, a qué me dijera qué es lo que tengo.

DR. PEORESNADA: Bueno, ¿y qué...? ¿Me considera usted adivino? Soy doctor, y de lo más prestigiado en todo el país. He tomado cursos por correspondencia, desde antes que apareciera el Internet.

 

ANAIS: ¡Ya me imagino la clase de cursos o diplomados que haya tomado! ¡Si en la facha se le ve!

DR. PEORESNADA: ¡Oh! Entonces, ¿se me nota? Qué alegría, así voy a tener más clientes para embaucar.... Perdón.... quiero decir.... ¡para ayudar!

 

ANAIS: Doctor, ¡usted no es doctor! ¡Usted es un embustero y lo voy a demandar!!!!

 

 

En eso tocan de nuevo a la puerta y es ahora la secretaria quien interrumpe para buscar unos documentos la oficina del doctor. La secretaria es de muy buen ver y va ataviada con una pequeña minifalda que deja ver sus muy bien contorneadas piernas. Aunque de baja estatura, Laly, la secretaria lleva una blusa ajustada al cuerpo, dejando ver parta de su anatomía, especialmente el ombligo donde lleva una pequeña arracada.

 

SECRETARIA. (Con voz algo insinuante): Doctor, ¿puedo buscar un expediente que dejé con usted aquí anoche? Necesito unos datos.

DR. PEORESNADA: ¡Claro que sí, amorcito! Perdón. (Dirigiéndose a Anaís), no sé en que estoy pensando... Es que estaba pensando en mi esposa, usted comprenderá, y cuando uno piensa en su esposa, a veces saltan las confusiones.

 

La secretaria se acerca a una credenza y coqueteando casi descaradamente al doctor, le dice:

 

SECRETARIA: Déjeme buscar aquí doctor.

 

La secretaria pasa por detrás de su jefe y se agacha para buscar en uno de los cajones de abajo que se encuentran justo atrás del doctor. Este, el Dr. Peoresnada no vacila en echarle un buen ojo al trasero de su secretaria, a la que en forma descarada le da una nalgada, diciéndole:

 

DR. PEORESNADA: ¡Qué bien estás! Digo... Qué bien está que busque ahí, creo que ahí vi esta mañana el expediente que andaba buscando.

 

ANAIS: (Interrumpiendo) ¡Doctor! ¿Qué no me va atender? Al menos ¡recomiéndeme algo para el dolor! Tengo varios días sin poder dormir. Es más, ni siquiera puedo escribir en el ordenador, ¡me duelen todos mis brazos, mis piernas, mis manos, mis dedos...!

 

DR. PEORESNADA: ¡Ah, tengo un excelente remedio para eso...!

 

El doctor dice esto, al momento que contempla a su secretaria agachada más que lo usual tratando de hallar el expediente que entró a buscar. Sin embargo, el doctor trata de guardar la compostura, pero no se fija en el frasco que toma para entregarle el mismo a la paciente Anaís.

 

ANAIS: ¿Y esto, doctor? ¿Para qué es?

 

DR. PEORESNADA: Esto, mi estimada señora, es para sus males. Con esto se sentirá mejor.

 

ANAIS: ¿Anti-D? Pero ¡esto es un anti-diarréico!!! ¡Está usted loco!!!!

 

DR. PEORESNADA: ¿Anti-diarréico??? Perdón, señora, son de esas equivocaciones que suelen suceder. Sucede aquí y en todas partes. Le juro que esto no va a pasar de nuevo. Lo que pasa es que la secretaria me distrajo.

 

ANAIS: Ya veo, usted sólo tiene ojos para su secretaria, para sus piernas, para sus tetas y su trasero.

 

DR. PEORESNADA: ¡Señora! ¿Por quién me confunde usted? ¡Yo sería incapaz de esto!

 

(Dirigiéndose hora a su secretaria) ¿Verdad, Laly, que tú y yo jamás hemos estado juntos???

 

SECRETARIA: Ay no, doctor, claro que no, ya tienes una semana que no me llevas al hotel ese donde pasamos el fin de semana.

 

DR. PEORESNADA: (Medio tosiendo): ejem, ejem.... Quiere decir) dirigiéndose a Anaís) que desde ese fin de semana que fuimos a hacer un curso patrocinado por un laboratorio ya no hemos estado juntos trabajando en un proyecto médico bastante importante.

 

ANAIS: Ya comprendo, usted a parte de ser un tonto, un estúpido y un cretino, ¡usted es un verdadero canalla y sinvergüenza! Aparte, usted me pudo haber envenenado, o más aún haber causado la muerte. Mire, este segundo frasco que me ha dado ¡contiene cianuro!!! ¿Qué no revisa los medicamentos que da a sus pacientes?

 

DR. PEORESNADA: Señora, nuevamente mis disculpas, lo que pasa es que me ha puesto usted de nervios. Pero mire, ¿que le parece? Esta vez sólo le cobro la mitad de la consulta, pero como usted ya cubrió dos espacios, pues sólo pagará un consulta en vez de dos. Así sabrá que soy buen médico y que espero me recomiende con sus amigas.

 

En ese momento tocan nuevamente a la puerta, es la asistente del Dr. Peoresnada diciéndole que el tiempo de consulta una vez más ha terminado....

 

(En otro capítulo, el tercero,  les seguiré narrando esta estúpida historia que le paso a esta persona de nombre ANAIS. Cualquier coincidencia con alguien que conozcas, tal vez pudiera ser la pura realidad).

 

 

Música de fondo: “Don't turn around”, de Ace of Base, una de las bandas suecas más famosas de los años 90’s.

 

 

 “Hay de médicos a mediquitos, igual que de moscas a mosquitos”

 

  

Historieta original de Federico Ortiz Moreno, escrita por el año de 1997, a una buena amiga, Anaís de Santacruz de Tenerife, Islas Canarias en España, con quien comentaba acerca del poco conocimiento que tienen los médicos, quienes usurpan el título de doctor sin serlo.

 

 


 

Volver a la Página de
De Aquí y Allá

 


 

Volver a la Página de
INICIO

 

© 2010 / Derechos Reservados.